Es como para "Récord Guinness". 1.130 rectores de universidades de Iberoamérica, reunidos pensando la educación para el siglo XXI. Allí, estaban en primera fila, los rectores de la Universidad de Manizales, Guillermo Orlando Sierra, y el rector de la Universidad de Caldas, Felipe César Londoño, tal vez había otros, pero en el gran enjambre de rectores solo reconocí a estos dos. Se afirmaba en este encuentro, que tuvo lugar en Río de Janeiro la semana que terminó, que era la reunión más numerosa de rectores universitarios que haya habido en la historia.
Más allá de la anécdota del número, los temas fueron bien interesantes y ponen a pensar en serio sobre el futuro de las universidades.
Quisiera resaltar tres temas que son muy importantes en la política pública sobre educación.
Primero el nivel de gasto público en educación, que lo tenemos que duplicar en el corto y mediano plazo y más que duplicar en unos 10 años. Hay países que ya se han colocado como meta llegar al 10% del PIB, es decir, que de todo el valor de bienes y servicios producidos en el país, el 10% se destine a la educación. En Colombia no llegamos actualmente al 5%. Y el punto no es solo cantidad de recursos, pues en el país se han hecho incrementos presupuestales con bajos impactos, hay que hablar, entonces también de la efectividad del gasto público en educación.
En segundo lugar, la internacionalización es un hecho imperioso. Si queremos tener educación de calidad, esta solo la asegura el hecho de que las instituciones universitarias se encuentren bien enraizadas en la red internacional del conocimiento. A este respecto, el Inglés se convierte en un elemento indispensable de acceso en doble vía a las redes. Por ello, todos los esfuerzos que están realizando a nivel de los municipios para mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje en segunda lengua son fundamentales, pues tendrán una repercusión muy importante en la educación universitaria. Europa está facilitando programas de intercambio de alumnos y docentes con América Latina, con un programa llamado Erasmus-plus. Hay pues, la necesidad de propiciar el encuentro y la creación de confianzas y alianzas entre las instituciones y las comunidades educativas en el mundo.
En tercer lugar, la necesidad que la Universidad cambie para dar respuesta al mundo cambiante de hoy. Y este es un punto bien espinoso, pues las instituciones universitarias tienen una cultura bastante paquidérmica y poco flexible. Así, la Universidad debe ganar mucho en flexibilidad y en apertura al cambio. En una excelente charla sobre los ambientes de aprendizaje, se demostraba que las clases tradicionales van en contravía de la generación de conocimiento, al atrofiar los procesos cerebrales naturales en el hombre. La creatividad, la posibilidad de colocar a los estudiantes frente incertidumbres y problemas es la manera más natural de aprender del ser humano, y por el error de quererlo todo controlar estamos rompiendo esas dinámicas. A este respecto el cambio en las universidades no es solamente en flexibilidad administrativa, en responder de manera más rápida a los requerimientos del entorno, sino a la misma forma como sus docentes conducen las clases. La incorporación de la innovación y las tecnologías es fundamental para que estos procesos puedan dar frutos, pero manteniendo la articulación entre los estudiantes como comunidad que aprende y una referencia permanente al entorno.
Esta reunión se hizo gracias a Universia, un empeño que ha aglutinado a muchas universidades en Iberoamérica, bajo el mecenazgo del Banco Santander. Ahora, la tarea de crecer con calidad y en calidad, es el gran reto de nuestras universidades.
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