No saben la envidia que me da de ustedes los que viven en Manizales. Allá, donde la gente aún sonríe sin esperar de vuelta más que otra sonrisa. Y puede caminar por la calle sin que le saquen cuchillo en cada esquina. Y parquear un momento sin que le roben las llantas. Y hasta coger taxi sin que le hagan el paseo millonario, o caminar en la noche para llegar a su casa sin que lo violen en una calle oscura.
Esta Bogotá es un caos. No es viable para vivir. Aquí apenas se logra sobrevivir.
Y si se lleva mucho tiempo viviendo aquí es peor porque ya uno está tocado de la cabeza y cada vez es más o igual de intolerante a los demás habitantes de esta capital que no es de nadie. Y entre más tiempo más chiflis, y así hasta perder la cordura por completo. Hicieron bien mi mamá y mi papá en irse a vivir a Manizales hace poco, aunque ya llegaron tocaditos, aún les queda tiempo de recuperarse y poder vivir en paz. Mi destino es más incierto, como el de todos los que aquí estamos; la tranquilidad parece muy lejana, a pesar de que dicen que esta es la ciudad que más oportunidades brinda a los colombianos. Y todavía me pregunto ¿Oportunidades de qué?
Será de enloquecerse, de no volver a ver a nadie, de perder media vida en un trancón, de padecer el pico y placa y morir de pánico antes de tener que montarse a un transporte público, de encontrarse en los semáforos con los peores ñeros del mundo que se acercan amenazantes boleando un palo para pegarle a las llantas del carro, o los que se cuelgan del espejo retrovisor si no se les da la moneda obligatoria o aquellos que pegan la jeta al vidrio mientras miran dentro del carro buscando la cartera para llevársela y joderle a uno la vida porque para sacar duplicados de los papeles tendrá que perder unas 500 horas de vida sufriendo las filas y el mal trato de todas las instituciones públicas, que en Bogotá están hechas para probar cuánto aguanta la gente y en el mejor de los casos hacernos dar un infarto o por lo menos suicidarnos para evitar el calvario de sacar cualquier documento que se necesite con urgencia.
Mis planes inmediatos, ya que no puedo pensar ahora en largarme, incluyen no volver a salir de mi casa y conseguirme un trabajo que lo pueda hacer desde aquí. La vida cultural, que es otro de los atractivos que dicen tiene Bogotá, tampoco me interesa ya, mientras tenga internet solo necesito un poquito de curiosidad, y en la televisión por cable es mucho lo que se puede culturizar uno con tantos canales HD maravillosos, y ni hablar de los conciertos, tampoco tengo necesidad de ir a que me chalequeen, porque los puedo ver en mi casa y hasta repetir si quiero.
Parece que lo único que necesito para sobrevivir en Bogotá es tecnología. Conexión WI FI con el mundo, un computador, televisión HD, un home theather poderoso, para no tener que ir a cine a correr el riesgo de que me maten por robarme el carro a la salida o la plata que no tengo -cuentan que lo que más ira les da a esos desgraciados es que la víctima no tenga plata: la torturan o la asesinan-.
Pero todo lo demás lo tengo. Sobre todo el miedo a salir. No me falta nada. Conseguirme el trabajito que no requiera mi presencia, aunque los que he visto en internet me parecen raritos: en unas páginas dice que solo se necesita saber escribir para ganar hasta 2.000 dólares mensuales escribiendo artículos y subiéndolos a la web. Otras ofrecen consignar cheques semanales de hasta 500 dólares solo por navegar en Facebook y Twitter y colgar unos anuncios. Otra que aparece por todas partes es la fórmula para contestar encuestas a compañías que necesitan saber lo que pensamos de algunos productos y aseguran unos 4.000 mensuales. La maravilla. Claro que en todas hay que pagar la inscripción, pero la inversión se recupera rápido ya que se empieza a ganar plata de inmediato. He estado a punto de consignar, pero no en vano he vivido tantos años en Bogotá, y algo me hace sospechar que es un tumbe.
Ya en este punto creo que es mejor no meterse tanto en internet ni conocer tantos lugares ni ver tantos conciertos a los que no va a ir uno. De todos modos buscar trabajo es peligroso. Voy a dejar las cosas así y a cambiar todo por un radio, sin que podamos interactuar. Música y mi casa. No más, el resto conllevará consecuencias funestas mientras viva 2.600 metros más cerca de las estrellas.
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