"De seguro, esos muchachos no andaban recogiendo café", dijo el entonces presidente Álvaro Uribe, cuando en el 2008 le preguntaron sobre los jóvenes de Soacha desaparecidos y que después encontraron ejecutados en Norte de Santander y presentados como subversivos muertos en combate con el Ejército.
La versión oficial en ese entonces fue que esas "bajas" hacían parte de la efectividad de la Política de Seguridad Democrática del Gobierno y que le estaba dando tranquilidad al país. Las cifras así parecían demostrarlo: Uribe tenía una imagen favorable que rondaba el 70% y los ciudadanos confiaban en la efectividad de sus Fuerzas Armadas. Detrás de esto se escondía la realidad, las macabras ejecuciones extrajudiciales conocidas como los Falsos positivos. Una directiva del Gobierno que consistía en ofrecer 3.800.000 pesos por cada guerrillero o paramilitar muerto, y que se deformó en el asesinato indiscriminado de civiles por parte de militares para cobrar recompensas.
Las denuncias se hicieron en su momento a través de varias ONG, movimientos civiles y hasta en el Senado a través del hoy desprestigiado Gustavo Petro. Para finales del 2009 la Fiscalía tenía 946 denuncias de falsos positivos, la Procuraduría unas 1.043 y un analista de las Naciones Unidas indicó que la impunidad en estos casos era del 98%.
Pero la versión oficial decía que eran subversivos. Y punto. Quien dijera lo contrario era un enemigo de la Seguridad Democrática, un amigo de las Farc, un "guerrillero vestido de civil". Pero el tiempo se encargaría de demostrar las atrocidades se las que fue capaz el Estado con tal de vender su política de seguridad.
Hoy vivimos una situación similar en cuanto al manejo de la información y a las versiones oficiales se refiere. El 31 de julio murieron los once soldados que viajaban en un avión de la Fuerza Aérea de Colombia (FAC) que cayó en el municipio de Codazzi (Cesar). La versión oficial de la FAC en ese momento fue que la aeronave Casa 235 con matrícula FAC 1261 reportó "una falla en un motor".
Esta semana; sin embargo, la versión oficial cambió. Ahora dicen que las alas del avión sufrieron "engelamiento", palabra inventada para decir que se formó hielo y eso afectó el desempeño de la aeronave. Es probable, sobre todo cuando se vuela a 20.000 pies de altura, como lo hacía el avión militar. Pero saltan varias dudas: por qué algunos habitantes de Codazzi aseguran que escucharon una explosión en el aire, como si el Casa 235 hubiese sido impactado "por un rayo". Por qué en un video grabado con celular por un campesino, se ve que la aeronave cae en llamas y dejando una estela de humo negro.
Y esta semana murieron 16 policías que viajaban en un helicóptero Black Hawk sobre el Urabá antioqueño, territorio de las Farc aliadas a bandas criminales como el Clan Úsuga. La primera versión del hecho llegó a través del video de un policía desde otro helicóptero que escoltaba al que "se accidentó". El uniformado dice que al parecer la aeronave fue alcanzada por un tatuco, una especie de bazuca casero usado por la guerrilla. Luego, tras el rescate de dos sobrevivientes, el primer parte médico es que uno de ellos recibió un disparo. O sea, todo indicaba que al Black Hawk lo habían atacado.
El comandante de la Policía Nacional, general Rodolfo Palomino, balbuceó hipótesis. El ministro de Defensa, Luis Carlos Villegas, guardó silencio, y el presidente Juan Manuel Santos los reunió de urgencia en la Casa de Nariño para preparar la "versión oficial" de lo ocurrido. El poderoso Black Hawk se chocó contra la montaña por condiciones metereológicas adversas. Que había mucha nubosidad. Que las corrientes de viento que llegan del mar de Urabá afectaron las maniobras del piloto. Que el soldado no estaba herido de un balazo sino quemado por las llamas del accidente. Que expertos de la compañía que fabrican estos helicópteros analizan las piezas recuperadas del siniestro. Que esto, que lo otro...
Y vuelven a saltar las dudas. En el video hecho por el policía desde el otro helicóptero, ¿por qué no se ve esa nubosidad? ¿Por qué desmienten lo que dice el testigo presencial? ¿Por qué los otros dos helicópteros que escoltaban al Black Hawk no volaban a la misma altura si tenían las mismas condiciones adversas? ¿Por qué no han hablado los policías heridos y por qué no han dejado que sus familiares estén cerca de ellos? ¿Por qué se desacreditan la versiones de los habitantes de la zona - una comunidad indígena - que aseveran que en la zona hubo combates? ¿Por qué miente el ministro Villegas al decir que ya hay gente de la empresa fabricante analizando los restos, cuando de esta firma aseguraron, en entrevista con Félix de Bedout, que el gobierno colombiano no los ha contactado?
No soy enemigo de la paz ni del proceso que se adelanta con las Farc en Cuba. Admiro los esfuerzos que hace el Estado para sacarlo adelante, pero la paz no puede firmarse a la fuerza con mentiras y dudas. Al menos por respeto a las familias de esos uniformados muertos "en accidentes".
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