Su rostro lo decía todo. La plata invertida en su blefaroplastia se perdió y el rictus evidenciaba que lo que iba a ocurrir no le gustaba mucho. El presidente de Cuba, Raúl Castro, lo agarró del brazo y, de cierto modo, lo obligó a darle la mano a Rodrigo Londoño Echeverri, alias Timochenko. La imagen quedó para la historia: Juan Manuel Santos Calderón, presidente de Colombia, estrechaba la mano del máximo jefe guerrillero de las Farc, en un gesto de que la paz iba a ser posible después de 57 años de conflicto.
Esa cara adusta había acompañado a Santos durante los últimos días. El lunes también se notó incómodo, al reunirse en Quito (Ecuador) con el presidente venezolano, Nicolás Maduro. Debían discutir la crisis fronteriza. A pesar de que no se llegó a nada concreto -comisiones y más inútiles comisiones- tuvo que darle la mano a su homólogo y que la imagen quedara registrada. Fue un saludo tibio, de esos en que solo se ponen los dedos como con asco o fastidio. Santos había dicho que no se reuniría con Maduro solo para la foto, pero así fue.
Santos sueña con ser el Nelson Mandela de Latinoamérica. Para ello se está tragando unos sapos enormes con tal de mantener la imagen de ser un estadista volcado a la paz. Y, por ahí derecho, convencernos de que nos los traguemos también.
Es cierto que para la paz debemos cambiar de mentalidad. Debemos dejar muchos rencores y entender que se deben "pasar" muchas cosas por alto para poder darnos una oportunidad. Pero es difícil entender los alcances y matices de la Jurisdicción Especial para la Paz, acordada en La Habana y anunciada al mundo el pasado miércoles. Cómo entender que a los jefes guerrilleros les den ocho años de cárcel, cuando el soldado Pablo Emilio Moncayo estuvo doce años secuestrado. Se lo llevaron en la toma de Patascoy (Nariño) siendo un adolescente de 19 años y lo devolvieron a un mundo completamente raro y ajeno a lo que él conocía cuando ya tenía 32. ¿Cómo se puede medir ahí la justicia?
Ocho años puede parecer mucho tiempo sobre el papel, pero la historia reciente y el caso de la aplicación de la ley de Justicia y Paz a los paramilitares, nos demuestran que es todo lo contrario. Freddy Rendón Herrera, alias el Alemán, y comandante del bloque Élmer Cárdenas de las Auc, ya está libre. Sembró el terror en Antioquia, Chocó y Córdoba, se le señalan cerca de 5 mil crímenes de todos los pelambres -entre ellos 18 masacres-, pero ahora puede decir que pagó su pena. ¿Sucederá lo mismo con alias Grannobles, de quien dicen gusta mucho del sexo con menores de edad; o con Hernán Darío Velásquez Saldarriaga, alias el Paisa, jefe de la Columna Móvil Teófilo Forero y responsable de la bomba del Club el Nogal en Bogotá y otras atrocidades?
Santos sabe que los próximos seis meses serán de ataques por parte de la oposición, de críticas de expertos y analistas, y de mucha propaganda para vendernos la esperanza de que para el segundo semestre del 2016 Colombia será un país en paz. ¿Cómo lo hará? En este país de absurdos y de copias mal hechas, nuestro Mandela sería capaz de inventarse la selección Colombia de rugby, solo con el pretexto de realizar el Mundial de este deporte y alcanzar la unidad, como lo hizo el líder sudafricano en 1995.
Por ahora solo podrá posar para las fotos, aunque podría lucir un poco más convencido. Al menos, para hacernos creer que lo que se está acordado el Cuba no terminará siendo un tiro en el pie.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015