En las elecciones -tanto de presidente, senadores, representantes, alcaldes, gobernadores y ediles- hemos pasado de escoger al menos peor a no tener a quién escoger. El 90% de ellos son malos. Y cuando digo malos es en el más amplio espectro: los hay malos por ineptos, malos por herencia (genética o política), y aquellos que son "químicamente malos", como tildó alguna vez el periodista y jefe de redacción de este periódico, Orlando Sierra, al hoy congresista Arturo Yepes.
Como lo mencioné en columnas anteriores, para la Alcaldía tenemos personas que fueron investigadas por parapolítica (Adriana Gutiérrez), por delito de concusión (Octavio Cardona León), señalados por captación ilegal de dineros (Luis Roberto Rivas); a la gobernación tenemos candidatos aliados con macabros clanes políticos (Guido Echeverri con los Tapasco), e investigados por el delito de peculado por apropiación (Jorge Hernán Mesa Botero). Los candidatos restantes -el profe Luis Fernando Acebedo, por la Alcaldía; y Carlos Uriel Naranjo Vélez y Jorge Eduardo Arbeláez Hoyos, por la Gobernación -son tan agua tibia que no emocionan.
Además, si por algo se caracterizó esta campaña electoral fue por la falta de ideas de los candidatos. Tuve la oportunidad de escucharlos y de entrevistar a la mayoría, y todos proponen lo mismo, todos atacan lo mismo. Votar por uno da igual que votar por otro.
Pero creamos en ellos. Digamos que son personas intachables y que sus pecados o delitos se debieron a acusaciones mal intencionadas. A persecuciones políticas, como algunos alegan. Sin embargo, están rodeados de la peor calaña. La evidencia está en los panfletos que circulan por la ciudad y en los mensajes que llegan a los correos electrónicos, en los que difaman, insultan, tienen verdades a medias, mienten y encochinan a sus rivales, e incluso a sus familias. Unos textos de una bajeza sorprendente.
Desconozco quién pueda estar detrás de semejante campaña, pero es un personaje ruin. Y lo más grave es que está trabajando para alguno de ellos. Sea de Adriana, Octavio, Luis Roberto, Luis Fernando, Guido, Jorge Hernán, Carlos Uriel o Jorge Eduardo. Este es un sujeto peligroso que, de ser elegido su candidato, llevará esa bajeza a la Alcaldía o a la Gobernación.
Cómo pensar en llevar al poder a alguien que se dice ético y respetuoso ante el público, pero por debajo es capaz de las técnicas más barriobajera y amigo del anonimato para acabar a los opositores. Por eso no pienso darles mi voto a esos candidatos.
Tampoco pienso caer en el juego de darle mi voto a esa "tercera opción", sea del color que sea. Experiencias anteriores solo han demostrado que esa suma de votos terminan inflando el poder electoral de nuevos manzanillos para negociar puestos y favores. Para hacer politiquería. Mi voto, entonces, será en blanco.
Y en el caso de Concejo y Asamblea que entre el diablo y escoja. Falsos animalistas, barristas con egos enormes, locutores con ganas de montar negocios en El Cable, otros que parecen ser seguidores del presidente Nicolás Maduro pues los pajaritos le hablan, el "usted no sabe quién soy yo", el taxista enojado, el taxista amigo, el que no hace nada, el que estuvo en el Concejo y no hizo nada y quiere regresar para no hacer nada, el voltiarepas, el corrupto... de todo como en botica.
Pero en medio de toda esa maraña de personajes los hay quienes no buscan hacer negocio con su cargo y eso es suficiente para mí. Por ejemplo, Pedro Felipe Hoyos Körbel. Un tipo decente, interesado en la cultura y en los valores cívicos de la ciudad.
Menos mal solo queda una semana de tanto cuento chino y contaminación visual. Ayer comenzaron los cierres de campaña, por lo que la guerra sucia se intensificará esta semana. Y prepararse para los cuatro años que vienen con unos políticos de dudosa reputación a la cabeza de esta ciudad y departamento.
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