Where the wild things are (Donde viven los monstruos), de Maurice Sendak, es un libro clásico de la literatura infantil. Narra la historia de Max, un niño rebelde que se disfraza de fiera y emprende un viaje a un lugar lleno de criaturas "terroríficas". Allí, gracias a su comportamiento, es coronado rey de los monstruos.
Colombia es un país de monstruos. No tienen dientes y garras afiladas como los de Sendak, mucho menos alas o escamas. Aquí pueden vestirse de camuflado del Ejército, como el subteniente Raúl Muñoz Linares, quien en 2010 violó y asesinó a machete a tres niños - de 6, 9 y 14 años - en Tame (Arauca). Sobre este sujeto, al que apodan 'el Depredador de Tame', hay al menos cuatro acusaciones más en su contra sobre abuso sexual y al menos una más por el asesinato del campesino Francisco Guerrero.
O vestirse del camuflado paramilitar, como el pacoreño Hernán Giraldo Serna. Este sujeto, al que apodan 'el Taladro', aceptó haber violado a once niñas menores de edad. La cifra, sin embargo, es mucho mayor y podría superar las 50, solo en Santa Marta y otros municipios del Magdalena donde operaba el Bloque Tayrona de las Auc. Todas menores de 14 años, como le gustan.
O de vendedor de dulces y botones, como Luis Alfredo Garavito, quien confesó haber violado y asesinado a 200 niños. Por algo lo apodan la Bestia.
Pero ellos son solo unos ejemplos que resaltan en esa larga lista de monstruos, en un país donde cada hora, dos niños llegan a Medicina Legal por haber sido víctimas de abuso sexual. Donde cada día tres menores de edad son abandonados y dos son asesinados, según el informe publicado hace un mes por la ONG internacional Save the Children.
Estas semanas nos hemos ocupado del monstruo más reciente: Rafael Uribe Noguera. Este arquitecto de 38 años confesó secuestrar, violar y asesinar en su apartamento en Bogotá a una niña de 7 años. Comparado con Muñoz Linares, Giraldo Serna o Garavito, este tipo es un niño disfrazado de fiera. Pero la truculencia que rodea este caso (travestismo, drogas, cuerpo bañado en aceite de cocina, gente rica y poderosa, un suicidio) lo convierte - por ahora - en rey monstruo.
Es atroz lo que hizo este sujeto, al que sus conocidos llaman Rafica, y al leer el perfil que hacen de él en la revista Semana, no dejo de pensar en que conozco a más de uno. Que estudié con ellos. Tipos cuyas vidas privadas se discuten en corrillos de clubes sociales y en reuniones, pero que nadie se atreve a denunciar o exponer porque "es que su familia tiene mucha plata", "es que tiene un buen cargo", por el qué dirán.
Por ahí ronda un cirujano plástico cuyos bacanales son reconocidos. Y un ejecutivo que putea caddies cuando juega golf, le pega a la mujer cuando esta le recrimina por la moza, y los contratos que les hace a sus empleados bordean lo ilegal. Machos machos que al carecer de cortapisas rayan en lo criminal... si es que ya no han caído en ello.
Sí, puede sonar a chisme de costurero, pero también lo eran los comportamientos de Uribe Noguera en los altos círculos sociales de Chapinero. Y pasó lo que pasó. "Cuando me meto los pases se me salen todos los demonios”, le dijo Rafica a unos agentes de Policía antes de que lo mandaran para la cárcel (http://bit.ly/2gsOGgZ).
Donde viven los monstruos fue uno de los primeros libros que le compramos a mi hija. Y cuando se lo leo me pregunta dónde viven los monstruos. Ahora tengo que decirle que a la vuelta de la esquina. En una botella de aguardiente y en un pase de cocaína. En un uniforme. En el chacho del colegio. En el vecino... Que en realidad no sé dónde viven y que tenga cuidado, pues se alimentan de nuestra indiferencia y complicidad.
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Hablando de monstruos... Monstruoso que en el Congreso le den cabida al referendo popular propuesto por la "liberal" Viviane Morales, con el que pretende evitar que las parejas del mismo sexo y los solteros puedan adoptar niños.
Quiere privar de un derecho a una minoría y robarle la oportunidad a un niño desprotegido de amor y una familia.
De verdad, el comportamiento de estos mal llamados "cristianos" es tan perverso, que hasta los satanistas deben pensar: "¡qué gente tan mala!".
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