Quisiera que este espacio fuese sobre la Selección Colombia. Esos muchachos que nos representaron tan bien en el Mundial de Brasil. Pero no es así. Esta es de otros "buenos muchachos". De unos que hace doce años nos vendieron como impolutos, éticos y dedicados al país.
La siguiente bien puede ser una selección de infames. Jorge Noguera Cotes, Salvador Arana, Mario Uribe, Yidis Medina, Teodolindo Avendaño, Rito Alejo del Río, Mario Santoyo, Javier Cáceres, María del Pilar Hurtado, Luis Carlos Restrepo y Andrés Felipe Arias. Y en la banca Óscar Iván Zuluaga, Francisco Santos y José Obdulio Gaviria. De todos ellos el expresidente Álvaro Uribe destacó en su momento sus virtudes; incluso de algunos de ellos dijo que eran "buenos muchachos". Hoy, todos están condenados, o les llevan procesos judiciales, o han estado involucrados en escándalos que van desde la difamación hasta el espionaje y filtración de información del Estado.
Jorge Noguera: exdirector del DAS durante la primera presidencia de Álvaro Uribe y nombrado cónsul en Milán (Italia), a pesar de que ya era investigado por sus vínculos con grupos paramilitares. Por sus actuaciones en dicho cargo fue condenado en 2011 a 25 años de prisión, al ser hallado culpable por los delitos de concierto para delinquir, homicidio y falsedad por ocultamiento y revelación de secreto. En su momento, Uribe dijo de Noguera que era "un buen muchacho y de muy buena familia", y que metería las manos al fuego por él.
Salvador Arana: exgobernador de Sucre condenado a 40 años de cárcel por el homicidio, a través de grupos paramilitares, de Eudaldo Díaz, exalcalde de El Roble. También condenado a ocho años de prisión por el delito de peculado por apropiación. Antes de su muerte, Díaz le dijo públicamente al entonces presidente Uribe, en uno de sus consejos comunales televisados, que Arana lo iba a matar. El mandatario hizo caso omiso al mensaje. Por el contrario, nombró a Salvador Arana embajador en Chile poco tiempo después de que encontraron a Eudaldo muerto a las afueras de Sincelejo.
Mario Uribe: político antioqueño y primo de Álvaro Uribe, condenado a siete años y seis meses de prisión por el delito de concierto para promover grupos armados al margen de la ley. Uribe -el expresidente- dijo que la alta votación que obtuvo su primo para el Congreso en 2002 y 2006 se debió a su apoyo y no a la presión de grupos paramilitares en algunas regiones del país. La Corte Suprema de Justicia no lo vio así.
Yidis Medina y Teodolindo Avendaño: condenados por el delito de cohecho, en un curioso caso en el que los que sobornaban (los exministros de Uribe Sabas Pretelt y Diego Palacio) salieron absueltos. A los representantes a la Cámara Yidis y Teodolindo los compraron con favores políticos, para que votaran el proyecto de reforma constitucional que permitió que Álvaro Uribe Vélez aspirara a un segundo mandato presidencial. Dice Medina que el expresidente la llevó a un baño donde le rogó para que le diera su voto. "Hagamos patria, no me deje morir, ayúdeme", le habría dicho. Una vez se destapó el escándalo, Uribe dijo: "Su voto ayudó, pero aparece ahora como una señora fracasada e insatisfecha".
Rito Alejo del Río: general (r) condenado a 25 años de prisión por el asesinato de un campesino chocoano en su campaña de "pacificación" del Urabá, en una alianza entre el Ejército y los paramilitares. Álvaro Uribe, sin embargo, dijo de él que era un ejemplo para los policías y soldados de Colombia. A este personaje se le suma el general (r) Mauricio Santoyo, quien fue jefe de seguridad del expresidente, y quien aceptó haber ayudado a narcotraficantes y paramilitares.
Javier Cáceres: senador de la República condenado a nueve años de prisión por sus nexos con los paramilitares. Fue uno de los tantos que apoyó la reelección de Uribe en el Congreso, en un momento en el que el entonces Presidente dijo -el 29 de noviembre de 2006- su famosa frase: "quiero pedir a todos los congresistas que nos han apoyado que mientras no estén en la cárcel, a votar las transferencias, a votar la capitalización de Ecopetrol, a votar la reforma tributaria (…)".
María del Pilar Hurtado, Luis Carlos Restrepo y Andrés Felipe Arias: tridente poderoso del entonces presidente Uribe. La primera, exdirectora del DAS investigada por espiar a opositores del Gobierno y periodistas. El segundo, ex-Comisionado de Paz investigado por falsas desmovilizaciones de guerrilleros, que sirvieron como cortina de humo y a incrementar de manera mentirosa las cifras de la política de Seguridad Democrática. El tercero, condenado a 17 años de cárcel por desviar dineros destinados a campesinos del programa Agro Ingreso Seguro a poderosos terratenientes que luego le ayudarían en su plataforma política. Los tres están fuera del país. Y a los tres los ha defendido Uribe diciendo que son perseguidos políticos.
Pensaría uno que, rodeado de semejantes personajes, Álvaro Uribe fue el presidente más inepto y mal asesorado del país. ¡Pero no! Se valió de su poder, su dialéctica y su propaganda para vender su Gobierno como el mejor de los últimos tiempos. Su imagen mesiánica (no es sino ver el logo de su partido, el Centro Democrático) y paternalista goza de popularidad entre unos ciudadanos que quieren ver resultados sin saber cómo se obtienen. Precisamente hay analistas políticos que señalan que todos estos "buenos muchachos" uribistas cayeron en la ilegalidad solo por cumplir y satisfacer los deseos y órdenes de su patrón.
Ahora tenemos a Uribe como senador electo y desde su curul impartirá sus órdenes. Seguirá desafiando a la justicia, cuestionándola cuando él y los suyos son investigados, pero aplaudiéndola cuando es favorable a sus planes. Un senador que quiere una justicia elástica y a su medida. ¿Eso es lo que necesita el país?
Esta semana se establecieron los estatutos de su partido político. Dicen en diferentes medios que los aspirantes a entrar al Centro Democrático deberán pasar un "protocolo de calificación" que evaluará su preparación e incluso su "estructura ideológica". También se anunció la creación de un "centro de pensamiento" para capacitar a nuevos dirigentes "capaces y competentes". Para preparar nuevos "buenos muchachos", al mejor estilo de la película de Martin Scorcese.
No sé, pero todo esto último me suena a secta. A culto. O a mafia.
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