Tendrá que ponerle coto el Consejo Nacional Electoral a la proliferación de vallas, pendones, afiches y demás publicidad que utilizan las campañas políticas y los candidatos para darse a conocer. Es apabullante para los ciudadanos tener la ciudad atiborrada de propaganda, porque para donde miren encontrarán alguno de los tantos personajes que aspiran a ser elegidos. Llama la atención, además, la cantidad de ilustres desconocidos que aspiran a Concejo y Asamblea, algunos con unas fachas que francamente...
Como si no fuera suficiente, las calles de la ciudad son recorridas a diario por vehículos con pantalla gigante donde muelen publicidad política a todo timbal, sin tener consideración de a quién puedan incomodar. A medida que se acerca la fecha de las elecciones aumentan las cuñas en radio y televisión, hasta hacerse insoportable disfrutar de esas señales. Tanta parafernalia tiene unos costos altísimos y eso despierta la suspicacia del elector, que se pregunta cómo hay tantos candidatos dispuestos a gastar fortunas con tal de salir elegidos. Tiene que ser muy buena la compensación.
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Con agrado recibí respuesta a las preguntas que hice en una columna anterior respecto al inconcluso proyecto del teleférico a Los Yarumos. Óscar González, gerente de la Asociación Cable Aéreo de Manizales, me hizo un resumen completo de cómo se construyó la obra y de las causas por las cuales está paralizada desde hace varios años.
La construcción del proyecto estuvo a cargo de Infimanizales, las dos estaciones y demás obras civiles, y del Fondo de Promoción Turística el sistema mecánico del cable y otros equipos. Di por sentado que el teleférico funcionaría igual al cable aéreo, pero ¡oh! sorpresa cuando supe que quienes lo usaron quedaron aterrados por la mala calidad que se le notaba al sistema. Pues resulta que mientras el cable aéreo de Fundadores fue contratado con una firma europea de reconocida trayectoria, el Fondo de Promoción Turística eligió una empresa metalmecánica de Medellín, a un precio muchísimo menor y cuya experiencia se limita a algunos teleféricos instalados en municipios antioqueños. Ahí cabe decir que lo barato sale caro.
Poco después de inaugurarlo se dañó el reductor y al ser solicitada la garantía a quien vendió esta pieza mecánica, la retuvo debido a que el contratista de Medellín le debía una plata, por lo que fue necesario importarla de Italia. Por esta razón, sumada a las reiteradas quejas de los usuarios por la sensación de inseguridad, la administración optó por suspender el servicio hasta nueva orden. Después de trámites, demandas e investigaciones, en la actualidad actúa una comisión de expertos encargados de evaluar el sistema para dictaminar si puede arreglarse o es necesario cambiarlo por equipos nuevos y confiables. Que sea lo mejor para la ciudad y ante todo que se garantice la seguridad de los usuarios, y que ojalá el próximo alcalde se comprometa con esta cruzada para poner al fin a funcionar el teleférico.
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Transitar entre Potro Rojo y San Marcel es una tortura por la congestión vehicular que presenta a toda hora. Produce desazón ver pasar el tiempo sin que inicien obras en esa doble calzada tan necesaria, ya que además de zona industrial es uno de los principales ingresos a la ciudad. Ni qué decir del taco que se forma en la glorieta de San Marcel, la cual clama por un repartidor vial que agilice el tráfico y descongestione tan importante sector de la ciudad. Con tal de que no contraten con los encargados de ampliar la Panamericana y de construir las intersecciones hacia Villamaría y La Fuente, porque esa gente necesita tres días para morirse de repente.
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