En su momento oímos hablar en Manizales de diferentes proyectos que auguraban un gran desarrollo para la ciudad, pero como sucede con tanta regularidad en este país, todos terminaron engavetados y condenados a dormir el sueño de los justos. La iniciativa nace cuando algún personaje cívico lanza la idea, la dirigencia se interesa, en el Concejo debaten el asunto, se planea una posible financiación del proyecto, pero a la hora de poner el billete nadie vuelve a decir ni pío. De manera que del tan cacareado proyecto no queda sino el recuerdo.
Hace muchos años nació la idea de construir un túnel que comunicara el sector de los barrios Los Alcázares y La Francia con la antigua terminal de transporte, en Los Agustinos. Muy pocos le pararon bolas a semejante ‘enguanda’, debido a que los costos de construcción eran altísimos y el beneficio que prometía muy pobre, ya que el tráfico que se dirige hacia esa zona de la ciudad es poco.
Cuando en el año 2000 Manizales cumplió 150 años de fundada, la idea era construir una avenida que recordara esa fecha y fue nombrada como Avenida del Sesquicentenario. Iniciaba en la plaza de toros y se venía por el barrio El Bosque, subía a la parte alta del Carmen y luego se descolgaba para atravesar todo ese vecindario que siempre se conoció como El Hoyo. Por último conectaba con la avenida Paralela en el sector de Ondas del Otún, lo que hubiera sido una solución para los vehículos que llegan a la ciudad por la avenida Centenario. Debido a la agreste topografía de nuestra ciudad las obras de rellenos y muros de contención que requería esa obra la hicieron inviable económicamente.
Hace unos treinta años se le ocurrió a alguien que la ciudad debería tener un reservorio de agua para enfrentar emergencias, como la que sufrimos tiempo después cuando la ciudad se quedó sin el precioso líquido durante varios días por los estragos causados por el invierno. La carreterita que comunica al barrio La Toscana, vecino de los Carabineros, con la bocatoma, corre paralela a la quebrada Olivares. Más o menos a la mitad del recorrido hay un cañón estrecho que parecía sencillo de aprovechar para hacer una represa y así formar un gran espejo de agua para que los manizaleños tuvieran un lugar de esparcimiento. La iniciativa tuvo buena acogida y la gente se veía el domingo a la orilla del lago pescando truchas y asándolas ahí mismo. Pues nada de nada, el proyecto al cajón de pendientes y a chupar polvo se dijo.
Alguna vez propusieron construir una avenida que continuara la que se desvía hacia la derecha antes de llegar al barrio La Sultana. Después de subir unas cuadras se interrumpe de pronto y la idea era seguir con el trazado por donde ahora va la carreterita que lleva a la vereda Buenavista, conocida como El Zancudo. De ahí seguía por el bosque de la Licorera hasta conectar con el sector de Potro rojo. Excelente idea pero como para variar, tampoco pelechó.
La avenida Paralela se interrumpe una cuadra después de la iglesia de Palermo, aunque su trazado estaba planeado para seguir hasta el barrio Lusitania y así tener otra opción para descongestionar esa región de la ciudad, que por cierto cada vez presenta mayor saturación. Pues suspendieron la obra porque se presentó una falla geológica en la parte baja del Batallón y nunca más se volvió a hablar del asunto. Tendrán que buscar alguna solución, porque la avenida Mendoza Hoyos no da abasto y los angustiados conductores deben sufrirla a diario.
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