A pesar de que guardo una lejana esperanza de que "Porky" Maduro esté cañando con un par de dos, como acostumbra hacerlo el gobierno de los chafarotes castristas, no deja de ser peligroso que estos dementes, con la ambición que mantienen viva de convertirse en los grandes mayorales de lo que consideran sus latifundios llaneros, les dé por concretar sus amenazas y se prenda la chispa que puede costar muchas vidas inocentes de lado y lado.
Los dos gobiernos acordaron reunirse el próximo lunes en Quito, con el acompañamiento de Correa, de Ecuador, y de Tabaré, de Uruguay, para servir como garantes de lo que, pienso yo, tendría que ser la ratificación de Maduro de todas las barbaridades que ha cometido. (Menos mal que no metieron al mafioso del bojote en este paseo, porque la cosa hubiera sido peor).
No va a ser un foro en el que Maduro pueda repetir las groserías e insultos contra Santos, su nuevo mejor enemigo, pero este "caballero" tratará de dejar viva su estrategia, detectada por el mundo entero, que ha consistido en prolongar una peligrosa situación hasta que pasen las elecciones del próximo diciembre en su país, y cuyos resultados a favor de la oposición tienen al cabecilla de la pandilla, Diosdado, y a su cartel de los soles, prendidos de la brocha.
Difícil encontrar en la historia de nuestros pueblos un hecho más vergonzoso que la condena contra Leopoldo López, dictada por una seudo juez quien pretermitiendo los términos de cualquier Estado de derecho, no tuvo en cuenta testimonios de personas de la mayor honorabilidad, pero sí resaló acusaciones tan estúpidas como la de que como López había estudiado en una de las más importantes universidades de EE.UU., esto lo convertía en un enemigo de Venezuela y por lo tanto en un paramilitar. Ningún reflejo más claro del carácter netamente político de este juicio.
Pero lo más aberrante de toda esta actuación desvergonzada, después de la inhumana forma como han sido tratados nuestros compatriotas, sometiéndolos a toda suerte de vejámenes, es tener que aguantarnos a una "señora venezolana" con rango de canciller a quien su falta de educación se le nota hasta por los poros. Allí es donde siento lástima por nuestra ministra de Relaciones, quien ha tenido que aguantarse por horas, en inacabables reuniones, a un personaje a quien la cultura le pasó por encima sin tocarla.
Todo este amargo episodio que estamos viviendo, y que espero que en eso termine, nos va a servir por la experiencia que nos quedará de que no todo los que huele a petróleo es oro, ni implica tener buenos modales, porque lo que "natura no da, Salamanca no presta".
Esperemos este par de días que nos faltan, al cabo de los cuales sabremos si podemos tapar, como los gatos con arena, las embarradas que se han cometido en nuestras relaciones internacionales, o si tendremos que darnos plomo como hacemos con los narcoguerrilleros, que esta vez van a volver a demostrar su patriotismo ayudando a sus aliados, a quienes tantos favores les deben.
Este juego del gato y el ratón tiene que acabarse de una vez por todas, porque no hay derecho a que dentro de poco otra vez Santos y Maduro se den besos y al otro día se estén pegando patadas. Y esto va por todos los gobernantes buenos regulares y malos que hemos tenido. Acordémonos que al final los que pagamos el pato somos el resto de chupacobres.
P.D.: Comparar hombres y mujeres es bastante simple: cuando una mujer dice "estaré lista en cinco minutos", toma más o menos el mismo tiempo que cuando un hombre dice "amor, llego en cinco minutos".
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