No se necesita ser ni vidente ni adivino para, como lo presentíamos, estar avisado de una de las peleas políticas más fuertes que se va a presentar entre los dos más importantes gobernantes que rigen los destinos de esta pobre Colombia.
Está a la vista de todos que tanto el presidente Santos como su carnal Vargas Lleras tienen mentalidades opuestas. Mientras el jefe de Estado tiene una forma de ser difícil de entender, como lo ha demostrado en su mandato, no guardando fidelidad alguna, no digamos a Uribe que le entregó todo su respaldo, sino a Vargas quien fue mucho lo que trabajó para que el país creyera en sus promesas de la política de seguridad que tanto costó implementar en medio de la guerra.
A una de las pocas personas a quienes el presidente guarda reverencial respeto y obediencia sin límites es a su hermano Enrique, como lo acaba de confesar con desfachatez el cabecilla de los narcoasesinos Timochenko, al declarar con satisfacción que el inicio de la entrega de nuestra patria había sido por instrucciones directas del hermanito mayor. Ante este gigantesco exabrupto, pensamos que se iba a venir una protesta y un desmentido enérgico de Juanpa, porque esto se debería considerar como una afrenta, pero el silencio vergonzoso que siguió a esta confesión confirmó la veracidad de lo contado por Timo, el mayor terrorista que azota no solo a nuestra patria, sino que ya tiene su poder extendido a Venezuela, donde se mueve como Pedro por su casa, y le proporcionan hasta aviones de empresas del gobierno para que, con la aprobación del alto gobierno de Colombia, se den el lujo de reunirse continuamente para seguir mintiendo en las dudosas conversaciones de paz, de las cuales lo único que ha quedado es pánico, por los peligrosos nubarrones que lo envuelven.
Esto nos confirma que ni siquiera su vicepresidente está creyendo en Santos. La ausencia de Vargas en la delegación de negociadores en Cuba cuando se armó todo el circo fue un claro indicio de que el vice, un tipo inteligente y sagaz, no iba a ser tan pendejo de dejarse meter dentro del paquete que implicaba un respaldo a las actitudes vergonzantes de un gobierno frente a un grupo de bandoleros.
Cada vez se ahondan más las diferencias, especialmente porque ya se nos vinieron encima las elecciones regionales, que tienen requete divididos a los partidos de gobierno, y que con un temor más grande que el del Porky Maduro ante que la oposición, que parece va a poner la pica del oficialismo en Flandes, al demostrar en las urnas el rechazo a una estrategia que ha implicado arrodillarse ante los facinerosos.
A escasos ocho días del encuentro del pueblo con la democracia tenemos que sentarnos a pensar, con gran patriotismo y profunda calma, la decisión que nos saque de esta incertidumbre, encaminándonos hacia unas metas claras, donde podamos vivir en la paz que tanto ambicionamos, y que los agarrones sirvan para ir definiendo quién es el más capacitado para gobernarnos en medio de la tempestad.
Bueno va a estar el agarrón. El día de la quema se verá el humo.
P.D.: Nunca existe una segunda oportunidad para causar una buena primera impresión.
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