Me voy a referir en esta oportunidad a la población escolar con necesidades educativas especiales (NEE). Para ubicarnos un poco en contexto, es bueno recordar que hasta el año 2003 existían en Colombia las aulas remediales, las aulas especiales y las instituciones de educación especial; las primeras, como su nombre lo indica, prestaban el servicio de apoyo en los aprendizajes a aquellos estudiantes que presentaban características particulares que afectaban sus ritmos de aprendizaje y, las segundas, en forma exclusiva y por vocación misional, se dedicaban a atender todos los procesos de desarrollo de la población en situación de discapacidad. Sin ser este asunto de nuestra especialidad y experticia, y con algunos reparos y observaciones, pensábamos los maestros en la escuela que este modelo funcionaba y eran visibles las victorias y los casos exitosos; pero llegó el año 2003 y el Ministerio de Educación Nacional emitió la Resolución 2565, posteriormente elevada a rango de decreto ministerial, el 366 de 2009, "por medio del cual se establecen parámetros y criterios para la prestación del servicio educativo a la población con necesidades educativas especiales", debo aclarar que estos actos administrativos hacen parte del paquete reglamentario de la funesta ley 715 de 2001, de los cuales destaco:
En su artículo 8, acaba con las instituciones educativas de educación especial y específicamente las denomina "exclusivas".
Acaba con las aulas de educación especial o aulas remediales.
Incluye a todos los niños o jóvenes con NEE en los grupos regulares, cualquiera sea su discapacidad o condición de excepcionalidad.
Instaura la figura de docentes de apoyo pedagógico y les asigna funciones de responsabilidad en la atención de la población con NEE.
Implementa las Unidades de Atención Integral (UAI), para servir de soporte profesional y terapéutico a esta población.
Debo decir que además de atender el afán de reducir los costos de la inversión social en educación, como propósito fundamental de la Ley 715, esta nueva política de atención educativa a la población con NEE, se puso a tono con los requerimientos de la comunidad académica e investigativa, que por aquellas calendas hacía pronunciamientos científicos en el sentido de darle a esta población condiciones de normalidad escolar como parte estructural de su tratamiento terapéutico, lo menciono en gracia de la ecuanimidad, posición que hasta ahora se mantiene; cada quien puede tener sus propias lecturas a este respecto.
Luego de más de una década de aplicación de esta política, ¿qué ha pasado en la escuela?
* La presencia de niños con NEE de todo tipo, motoras, sensoriales, autismo, hiperactividad, cognitivas; abandonados a la voluntad y sensibilidad de su maestro, que además tiene que atender grupos de 40 estudiantes en promedio.
* Docentes sin la formación profesional para atender las demandas de los procesos de desarrollo de esta población.
* Niños y jóvenes que avanzan en su tiempo de estudio y en sus procesos de socialización, mas no en sus etapas de desarrollo cognitivo.
* Padres de familia desesperados, ya que son testigos excepcionales de la condición de su hijo, pero además de la orfandad del Estado en prodigar atención efectiva.
* Un docente de apoyo pedagógico, que además es el orientador escolar y que atiende la problemática psicológica, social y familiar del total del estudiantado (1.000, 1.500, 2.000 o más estudiantes).
Con este paisaje tan real, los maestros añoramos el aula remedial, las aulas de apoyo pedagógico, las instituciones de educación especial, las aulas regulares a las cuales el niño iba a avanzar en procesos de integración y socialización, pero existían profesionales especializados que atendían idóneamente su condición; la verdad, ahora sentimos que los niños políticamente han sido "incluidos en el sistema", pero terapéuticamente han sido "excluidos del tratamiento".
Ni qué decir de los estudiantes con talentos excepcionales, estos sí que están abandonados en Colombia a la suerte de gobiernos foráneos que valoren su condición, los alberguen, los patrocinen y los cuenten como efectiva fuente de crecimiento de su producto interno bruto.
Nuevamente llamo a nuestros dirigentes políticos, como tantas veces lo he hecho, para que nos ocupemos de estas trascendentales realidades, y con su concurso y decidida muestra de voluntad política y de amor patrio, transformemos la diaria situación de estos compatriotas y contribuyamos en ponerle fin de verdad, a su ya "larga y horrible noche" existencial…
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