En el escrito anterior quedamos en responder una pregunta: ¿Cómo llego a creer? En la segunda lectura de este día hay una afirmación que seguramente te llama la atención: "El mundo no puede recibirlo porque no lo ve ni lo conoce". Esta expresión ‘el mundo’ puede significar todas las personas que aún ‘no conocen’ la buena noticia del cómo poder ser verdaderamente felices. La respuesta la hemos recibido en este tiempo pascual: ¡Jesucristo ha muerto y ha resucitado! Está vivo y vive ahora dentro de ti, allí es el lugar donde debes buscarlo, no fuera.

El papa Benedicto XVI dijo algo impresionante: ¡Bajo la cruz nos encontramos todos! Y El papa Francisco lo ha reafirmado en distintos modos. En la Cruz estamos todas las razas, todos los colores de hombres, toda clase de personas existentes en el universo; de la victoria en la cruz sobre la muerte, todos los seres humanos hemos recibido una semilla del Verbo Encarnado. Esto permite pensar en que esta semilla podrá desarrollarse y crecer en todos. ¿Cómo puede crecer? En la primera lectura lees hoy: "El gentío escuchaba con aprobación lo que decía el apóstol Felipe". El énfasis se debe hacer en la palabra ‘escuchaba’, porque en otro lugar, Romanos 10, 14 dice: "¿Cómo van a invocar a aquel en quien no creen, pero como van a creer si no han escuchado hablar de él, y … cómo van a escuchar si no hay quien anuncie y cómo va a darse quien anuncie si nadie ha sido enviado? Aquí se ve que llegar a creer supone un proceso de crecimiento que parte de la escucha de la Palabra. Claro que primero debe existir un deseo, querer conocer a Dios y para conocer a este Dios que se revela como Padre, es necesario llegar a conocer a Jesús porque es él quien nos lo da a conocer: "Felipe, quien me ha visto a mí ha visto al Padre".

Ahora bien, ¿qué te ganas con conocer a Dios, con saber que es Padre? Pues esto llega a tocar lo más profundo de tu vida: "Él es quien puede darte la plenitud de la felicidad", esto es, Él puede dar sentido total a toda tu vida, de este modo sabes para qué existes, para qué trabajas, para qué tienes mujer e hijos, para qué te casas, para qué has nacido. Se trata de responder a las preguntas últimas del ser humano: ¿Qué sentido tiene vivir? ¿Qué hay más allá de la muerte? Tanta fatiga diaria, ¿qué sentido tiene?

Tú ves la situación del país, Colombia, ahora en estas elecciones por ejemplo, y sientes una desolación, un sin sentido, un país que busca sin poder encontrar. La corrupción, el desconcierto, la manipulación, la danza de los millones, la desconfianza, la orquestación con intereses comprados, hace que experimentes tormenta y oscuridad. En medio de todo, florece una esperanza, que se refleja en la Sagrada Escritura hoy cuando dice: "Mejor es padecer haciendo el bien, si esta es la voluntad de Dios, que padecer haciendo el mal". La voluntad de Dios es que el ser humano viva y llegue al conocimiento de la verdad y ésta se encuentra en el verdadero amor. Colombia necesita conocer esta nueva forma de amar, la de Jesús, amar al enemigo. ¿Has visto cómo se pierde el reino de Dios, las relaciones de amor, por las envidias, celos, contiendas, rivalidades, búsqueda de poder y avaricia? Esto nos sucede a ti y a mí todos los días. Es por esto por lo que necesitamos llegar a creer, convertirnos al amor: "ágape", que es el amor de donación, el que no espera recompensa, ni pretende ganar a costa de todo, antes prefiere perder, es decir, morir, por el otro para que el otro tenga la vida.

Lo que también podemos hacer bien es: ¡Orar y pedir el Espíritu Santo para que nos ilumine en estas elecciones y podamos votar con conciencia y responsabilidad!

* Miembro del Equipo de Formadores en el

Seminario Mayor de Manizales