1 Reyes 19, 9ª. 11-13ª/ Salmo 85/Romanos 9,1-5/ Mateo 14, 22-33
Rubén Darío García Ramírez, Pbro.*
LA PATRIA | MANIZALES
Te quiero invitar hoy a fijar tu mirada en un texto bíblico que, por su contenido, te ayudará a vivir en esta semana. Quisiera que tuvieras la Sagrada Escritura delante de tus ojos en Mt 14, 22ss: “Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla…”. Observa bien que los discípulos van ‘solos’ remando. El Maestro subió al monte a solas para orar. “Al ‘atardecer’ la barca era zarandeada por las olas, porque el viento soplaba en contra”.
Piensa en tu existencia: ¡Cuántas veces sientes que vas remando solo o sola por tu vida! Te faltan las fuerzas y experimentas el cansancio, vas perdiendo el sentido de lo que haces y la rutina rompe tu estabilidad y tu paz. Llega el atardecer, es decir, comienza a llegar ‘la noche’. ¿Qué podría ser esta ‘noche’? Recibes una llamada y te preguntan si sabes dónde está tu hijo. Tú imaginas que está en el colegio estudiando, pero en realidad se encuentra debajo de un puente con unos compañeros ‘fumando’, no sólo cigarrillo, ha comenzado a ingerir droga. Ahora te explicas por qué sus comportamientos están cambiando. Ha llegado la noche. Tu esposo(a) ha dejado el celular en casa y por casualidad lo has tomado porque ha entrado una llamada. Te das cuenta que contiene un mensaje comprometedor y romántico, el cual tú no has enviado. Ha llegado la noche. Una enfermedad grave ha golpeado a tu puerta, te han pedido la casa y no sabes dónde habitarás con tus hijos; no superaste el examen en la universidad o has perdido el semestre; no esperabas que quedaras en embarazo todavía; te han despedido de la empresa; has sufrido un accidente… ¡Ha llegado la noche y tu vida, como la barca del pasaje bíblico, viene zarandeada!
En la cuarta vigilia de la noche, esto es, al amanecer, vino Jesús hacia ellos caminando sobre el agua. Los discípulos gritaron de miedo, pues no lo reconocieron; pero al instante les habló así Jesús: ¡Tranquilos, soy yo, no tengan miedo! Aquí es donde tus sentimientos cambian: tu angustia, desolación y tristeza, encuentran consuelo y gozo. Una fuerza indescriptible emerge desde dentro cuando escuchas sus palabras: ¡no tengas miedo! La expresión “soy yo” corresponde al “yo soy”, que en la Escritura equivale al nombre de Dios mismo. Así que, es el mismo Señor Dios que te tranquiliza en medio de ‘tu noche’ y comienza el amanecer: ‘al final del túnel siempre aparece la Luz’.
Pedro, al saber que es el Señor, le dice: ¡Mándame ir hacia ti sobre las aguas! y Jesús le dice: ¡Ven!” Según los Padres de la Iglesia, los gigantes escritores en los primeros siglos, la expresión “caminar sobre el agua” significa: “caminar sobre la muerte”, ya que en el Antiguo Testamento muchas realidades de muerte vienen significadas con el agua: así, el diluvio y la muerte de los egipcios en el paso del Mar Rojo. Significaría también el bautismo, en el cual morimos con Cristo para resucitar con Él. Jesús camina entonces sobre la muerte porque la ha vencido en la cruz amándonos hasta el extremo.
Observa, finalmente, cómo también Pedro, mientras mira fijamente a Jesús a los ojos, camina sobre el agua, es decir, sobre su muerte, su pecado, aquello que no lo deja ser feliz; pero, cuando ‘desprende la mirada de Jesús’ y se mira a sí mismo, pensando que por sus propias fuerzas está caminando sobre el agua… ¡se hundió! Es cuando Jesús le dice a Pedro: ¿Por qué has dudado? Hombre de poca fe.
Ánimo, tú, al igual que Pedro, podrás caminar sobre tu muerte si miras fijamente a Jesús. ¡no dudes!
* Miembro del Equipo de Formadores en el
Seminario Mayor de Manizales
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