Dicen los expertos que hay, entre otras, dos tendencias claras que inciden en el futuro de América Latina: una, en la que predomina el modelo neoliberal, algo muy propio de los países que integran la Alianza del Pacífico: México, Perú, Colombia y Chile; y la otra, que busca apostarle a un mejor desarrollo económico y una mayor equidad social, digamos más humana, y en la que está inmersa Mercosur. Estas líneas iniciales muestran que no deseo ocuparme de los escalafones que sitúan a unas universidades sobre otras, basados en indicadores como su reputación académica, la proporción por facultad y número de estudiantes, las citas que hacen los profesores en sus publicaciones, las investigaciones por facultades, el número de docentes con títulos de doctorado, y el impacto a través de la internet, entre otros. Criterios importantes, por supuesto. Realmente, este tipo de mediciones no ocupan el centro de mi atención.
Quien escribe esta columna, funge como rector de la Universidad de Manizales, acreditada institucionalmente por el Ministerio de Educación Nacional, en el presente año; y cuya modalidad de administración es privada, pero cumple una función pública: la educación superior. Como siempre lo digo, no expongo mis pensamientos como dirigente, sino como profesor, que es el cargo que más me gusta. Y como profesor digo que veo con mucha preocupación la situación de la educación superior no solo en Colombia, sino en América Latina. Creo que son muchas las circunstancias y condiciones que afectan a nuestras universidades de manera negativa y que nos obligan, de alguna manera, a perder el horizonte. Por ejemplo, cada vez menos somos capaces de reconocernos como pertenecientes a sociedades pluriculturales, con todo lo que este concepto significa. Hemos ido, de forma gradual, perdiendo nuestra autonomía, un valor milenario sin el cual es casi que imposible valorar la inmensa riqueza de la diversidad que nos envuelve, y de las múltiples relaciones interculturales que deben estar sustentadas en el respeto y la solidaridad.
Es evidente que el modelo económico neoliberal, no solo acogota a los ciudadanos de ‘a pie’, sino, y muy especialmente a nuestras universidades; busca por todos los medios menguar física y moralmente nuestros propósitos misionales, para irlos conduciendo por la senda de los valores propios del mercado. Se le da cabida, de esta forma, a la perversa idea de que nuestros estudiantes son clientes y sus nuevos “propietarios” que dicen “arriesgar” su dinero se revisten de todas las facultades -incluso legales- para manejar de manera “eficaz” una empresa que, según ellos, obviamente debe ser lucrativa.
La pérdida de la autonomía universitaria y, en consecuencia, la desfinanciación a la que se ven sometidas no solo las públicas, sino también las privadas, comportan los dos elementos que, desde mi prejuicio, siempre deben estar presentes en todos los debates no solo de rectores y dirigentes universitarios, sino de profesores, estudiantes y graduados. Por eso, creo que una forma de contrarrestar y de resistir los avatares que nos imponen, es valorar sustantivamente la diversidad cultural y aprovechar al máximo todos los recursos de que dispongamos para mejorar la calidad de vida de nuestros estudiantes y profesores, al igual que estimular un desarrollo humano sostenible de la educación superior.
Tengo plena confianza en que la V Asamblea Regional Andina de la Unión de Universidades de América Latina y el Caribe, Udual, que se celebra desde ayer y hasta hoy viernes, en la Universidad Católica de Manizales, en cabeza de nuestra siempre muy querida rectora Hermana Gloria del Carmen Torres Bustamante, tiene como hilo conductor el análisis de lo que nos unen a todas las instituciones de educación superior de la región, pertenezcamos o no a esta prestigiosa organización. La pregunta obligada sería entonces, ¿cuál es la América Latina que se sueñan nuestros dirigentes universitarios? Quizás las respuestas que se aventuren, en estos dos días, permitan establecer compromisos de largo aliento que beneficien a los millares de ciudadanos que cifran sus esperanzas en las universidades.
Debo decir, finalmente, que nos honran con su presencia, dirigentes de la talla del doctor José Tadeo, Presidente de la Udual, su Secretario General, y rector de la U. Estadual de Campinas, el doctor Roberto Escalante; el rector Iván Rodríguez, de la Universidad Ricardo Palma; el doctor Martín Carrillo, Secretario Adjunto de la Región Andina; la doctora Alicia Hernández Alfaro, de la Dirección de Planeación de la Unam; el dirigente de la Red de universidades tecnológicas y politécnicas de la UAM-Azcapotzalco, y tantos otros distinguidos académicos.
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