Guillermo Orlando Sierra S. Rector Universidad de Manizales
El término metáfora significa traslación, es decir, que se dice algo sobre un tema cualquiera pero se le compara con otro elemento distinto para que sea entendida por todos. Por los tiempos que vivimos, sobre todo, estos electorales, quizás convenga hablar en metáforas para ver si los candidatos a las distintas corporaciones públicas nos entienden.
Podemos hablar de la metáfora del equilibrio. Creo que no es difícil saber cuando alguien dice que este mundo está desequilibrado y que si sigue así, se va a caer. También está la metáfora del juego. Pensemos en los juegos, pero como jugadores. Con el paso del tiempo, nos vamos dando cuenta de que los acontecimientos que se presentan nos obligan a irnos adaptando, y que el juego ya no está fuera de nosotros, sino que formamos parte de él, y que siempre debemos responder a las diferentes acciones muchas veces imprevistas.
Y está la metáfora del terremoto. Todos sabemos que un terremoto produce no solo miedo, sino una gran desorientación. Cuando se presenta (y casi siempre sin avisar) todo lo que considerábamos como estable, deja de serlo. Sentimos un impresionante vértigo y no sabemos en qué cosas nos podemos apoyar.
Estas tres metáforas nos señalan que estamos habitando un mundo no solo que registra una velocidad a veces insospechada, sino un cambio permanente de acontecimientos que, si no los sabemos jugar, terminarán por desorientarnos y hacernos caer, y si nosotros caemos, también caerán nuestros hijos y los hijos de éstos. Las incertidumbres reinan y con ellas los miedos y las desesperanzas.
Todo indica que una y otra vez aparecen candidatos con propuestas de gobierno que pretenden ser aglutinadoras y esperanzadoras, pero que en el fondo tienen un gran pecado: no son el resultado de los juegos que juegan millares de ciudadanos. Los candidatos siguen sentados en las gradas, como espectadores, observando, como virtuosos teóricos académicos. La metáfora del teórico-espectador, es la que muestra a unos candidatos que quieren participar de un juego que no es el mismo que juegan los ciudadanos.
Me parece que deben aprender a entender que todos somos seres que actuamos. Quizás deban pensar que más que llevarles a los ciudadanos propuestas muy elaboradas, producto de haberse encerrado con un grupo de amigos íntimos, y que aparentan reflejar conocimiento de…, sea menester que aprendan a conocer cómo es que funcionan las cosas. ¿Cómo funciona la sociedad y cómo viven realmente los ciudadanos? Mi invitación es sencillamente a que asuman una postura de inteligencia reflexiva o de reflexión inteligente, en aras de que sepan cuándo deben hacer algo de manera más productiva y eficiente, y cuándo hacerlo de otra manera, porque las circunstancias así lo requieren.
Los candidatos, como los académicos, deben cuestionar no solo lo que saben -o creen saber-, sino muy especialmente, cuál debe ser la forma de gobernanza. Deben entender que el mundo es inmensamente complejo y que no es posible seguir pensando en discursos homogeneizantes ni totalizantes. Que en las calles, en los barrios, en las comunas se mueven miles de historias que no pueden ser comprendidas desde una mirada estable y unidimensional.
Los ciudadanos están construyendo su propia historia, y con ella, la historia de las ciudades; y esto implica que los candidatos y los gobernantes deben participar en los procesos sociales que construyen no solo sentidos sino teorías. Alguien lo dijo, el mundo es ancho y ondeante. Candidatos caminantes, se hace camino al andar.
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