El 2 de octubre, el proceso de los acuerdos para asegurar lo que hasta ahora se ha llamado la paz, sufrió un golpe casi mortal. El plebiscito, propuesto por Santos, para convertir en leyes de la República, los acuerdos firmados por el representante del gobierno colombiano y el de la guerrilla, Timonchenko, quedaba en el aire.
El presidente Santos había insistido en que un plebiscito lo autorizara. Es decir que las mayorías del pueblo colombiano así lo expresara en las urnas. Algo para algunos innecesario, porque para ellos es claro que la Constitución, cuando es en defensa de la paz, lo acredita para que los acuerdos firmados con este fin, automáticamente se conviertan en leyes.
El presidente solicitó el plebiscito a la Corte constitucional, convencido de que las mayorías eran suyas. Pero sucedió lo inesperado. La mayoría popular se expresó en su contra con un No. Su proyecto de paz hasta allí llegaba. Nada se podía hacer. Se había comprometido con su firma, con una guerrilla de jefes tozudos y difíciles. De milagro, habían llegado a un punto que consideraban lo máximo. No tenía plan B y por lo tanto todo estaba en cero. Los guerrilleros regresarían a sus bases y reanudarían sus sangrientos ataques, ahora a las ciudades, así lo reiteró varias veces.
Álvaro Uribe, representante de los que votaron No en la contienda plebiscitaria, considerando que el contenido en el acuerdo a aprobar, contenía cláusulas imposibles de aceptar. Pidió audiencia y visitó a Santos, en ese momento desconcertado. Ofreció apoyo para una revisión del acuerdo firmado, seguro de que la guerrilla aceptaría. Así fue y se concibió un segundo acuerdo, por desgracia sin incluir modificaciones previamente acordadas con el gobierno. Sus negociadores dijeron que Timonchenko aceptó un 80% de las adiciones que consideraron suficiente. No así los del No.
Qué hacer con esta novedad. El camino indicado por Uribe era otro plebiscito pero Santos lo consideró tedioso y peligroso, por el apuro en que se encontraba y la paciencia guerrillera ya frágil.
Después de consideraciones sin fin, Santos decidió el Congreso para que este segundo acuerdo fuera refrendado e implementado, con advertencias de la inhabilidad para estos fines.
De todas maneras este segundo acuerdo lo firmaron el presidente y Timonchenko en el Teatro Colón, cubriendo todo lo acordado durante cuatro años. Se remplaza al primer acuerdo que feneció con el plebiscito votado el 2 de octubre. A renglón siguiente se debía someter a refrendación e implementación en el Congreso, con el argumento de que allí se encontraban los verdaderos representantes del pueblo. Esto se llevó a cabo esta semana. Los votos de la Unidad Nacional fueron más que suficientes.
La refrendación de todo lo acordado con la guerrilla, durante estos cuatro años, era paso obligado para proceder a la implementación. Se dice que la refrendación es solo como un aval tipo político, sin ninguna connotación jurídica. En cambio, la implementación sí tiene fuerza jurídica para convertir los acuerdos en leyes de la república.
A esta sesión asistió el ministro de Gobierno, los invitados al debate, representantes del No y del Sí y voceros de los partidos. Fue aprobado por la mayoría consabida.
Las sesiones correspondientes, tanto en el senado como en la cámara, se iniciaron dando a conocer con todo detalle los ajustes del acuerdo que se pretendía implementar. En seguida, como primer punto, el pronunciamiento de parte del negociador de la Calle advirtiendo las consecuencias si la implementación no se aprobara.
Es importante decir que este Congreso había aprobado el Fast Track, un instrumento para acelerar el proceso parlamentario. Por ejemplo, para lograr una ley, se requieren 4 sesiones pero con el Fast Track solo dos. Lo mismo para una reforma constitucional. Dada la premura, este instrumento facilitaría las cosas.
Pero esas cosas se complican. La Corte Constitucional estudia hoy cinco demandas en contra de este mecanismo. Será su decisión para aplicar el Fast Track. De persistir esta situación, según De la Calle, por la vía ordinaria, la Jurisdicción Especial para la Paz, solo se presentaría en marzo próximo. Un camino largo con grandes peligros de un fracaso total.
Aprobada la refrendación se procederá a conseguir la implementación para convertir en leyes todo lo acordado con la guerrilla. Disipando algunas nubes del horizonte, todo marchará sin problemas, la primera ley será la amnistía sin la cual los guerrilleros no se moverán.
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