La agenda comercial para los próximos 4 años, lejos de haber concluido, estará llena de retos importantes. Además de los acuerdos comerciales con Corea, Panamá e Israel, esta legislatura deberá debatir y votar el Protocolo Comercial de la Alianza del Pacífico. La Alianza del Pacífico es más que un tratado de libre comercio, pero sus elementos comerciales y potencial de impulsar dinámicas de desarrollo productivo, son particularmente interesantes para el país.
La Alianza del Pacífico, acuerdo de integración profunda entre México, Colombia, Perú y Chile, reúne al bloque pro-mercado de Latinoamérica. Un bloque compuesto por 216 millones de personas, con un PIB per cápita de US$13,500, crecimiento de 3,6% bastante superior al de la región que no supera el 2,6%, y destino cada vez más atractivo para inversión extranjera directa y turismo. Comparado con Mercosur, los países de la Alianza del Pacífico crecen más, comercian más y son los países mejor clasificados en términos de libertad económica, competitividad, facilidad para hacer negocios y esfuerzos de apertura comercial.
Este acuerdo, además de buscar una integración profunda con libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas, empezando con la libre circulación de bienes, se enmarca dentro de un contexto político más amplio. En primer lugar, es visto como contrapeso a acuerdos de integración entre países del bloque más pro-intervención del continente -Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador- en segundo lugar, presenta un reto para Brasil y cualquier aspiración de hegemonía regional que tenga en el contexto del nuevo regionalismo, finalmente, proyecta a los países de la Alianza hacia Asia, la región de mayor crecimiento reciente y en particular China. En el marco de la caída relativa de la hegemonía global de Estados Unidos y el surgimiento de un mundo multipolar o de regiones, la Alianza del Pacífico cobra particular relevancia.
Para Colombia, la Alianza representa una oportunidad de cerrar el atraso de nuestras relaciones con Asia, y de insertarnos en cadenas globales de producción. Idealmente, Colombia debería tener acuerdos comerciales con China y todos los países de crecimiento acelerado de Asia, pero en su defecto, la Alianza del Pacífico nos ayudará a participar en una plataforma exportadora, e importadora, con Asia beneficiándonos de las relaciones existentes entre China y Chile, por ejemplo. El dinamismo comercial de los llamados "Pumas" de la Alianza, también representa la oportunidad de alejarnos de una lógica de comercio de productos finales y competencia en productos finales, hacia una lógica de comercio de procesos de producción y eslabones productivos. Esta inserción, contrario a lo que dicen algunos críticos, no tiene por qué ser en los eslabones de menor valor agregado de las cadenas y puede ser usado para potenciar la producción de insumos de alto valor agregado. Ejemplos incluyen la producción de autopartes en la cadena de producción automotriz con México.
En la medida en la que se profundice la integración, la institucionalidad ligera de la Alianza -con comités temáticos, consejo de ministros y cumbres de presidentes donde se impulsarán temas específicos- servirá para potenciar las complementariedades entre nuestras economías. El potencial de esta alianza se refleja en el interés que han expresado países observadores candidatos a ser miembros, al igual que países observadores. En particular, el interés de Europa y de Brasil refleja el viraje esperado en el dinamismo de las relaciones comerciales y económicas sobre el Pacífico en contraposición a la vertiente del Atlántico.
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