Señor Gobernador:
Me dirijo a usted como un ciudadano más que siente honda preocupación por lo que está pasando en nuestro departamento de Caldas. Déjeme decirle que le reconozco su dignidad como gobernante y le profeso inmenso respeto como ser humano, pero no por ello me siento en la obligación de callar ante el rumbo incierto y peligroso que Caldas está tomando y que nos puede llevar a una verdadera catástrofe institucional.
Los últimos informes de la Industria Licorera de Caldas dejan entrever una industria con futuro y con todas las posibilidades de salir adelante, aún a costa de las decisiones administrativas que llevaron a arrojar una pérdida significativa en el año 2013, pero que igual podrían haber sido utilidades con la sola voluntad de ustedes los administradores. Con todo esto, sumado a los descuidos intencionales en vastos mercados nacionales; renuencia a nuevos negocios; el cierre innecesario de la planta de destilación, y la excesiva carga contractual injustificada de los últimos tiempos, han logrado el cometido de mostrar una empresa débil, inviable y desastrosa, y ubicarla en un lugar injusto frente a las asperezas del mercado.
Y como respuesta, ha decidido Usted delegar la inmensa responsabilidad de la empresa en unos comités que definan el futuro de una Licorera sobre diagnosticada y que requiere de acciones gerenciales inmediatas. Bien decía Napoleón: "Cuando quiero que un asunto no se resuelva lo encomiendo a un comité". Y esa es la apreciación muy personal que tengo sobre este asunto, pues la dilación en definir un nuevo gerente en propiedad, hace presumir que se está es evitando asumir la responsabilidad de tomar decisiones concretas para revivir y reanimar esta empresa tan querida por todos. ¿Por qué un comité para resolver los problemas de la empresa? ¿No le sirve la asesoría de una junta directiva escogida y nombrada por Usted? ¿No es una falta de respeto con los miembros de esta Junta, acudir en su reemplazo públicamente a personas externas sin conocimiento puntual de sus pormenores?
Fred Allen decía: "Un comité es un grupo de personas carentes de preparación, nombrados por otras carentes de disposición, para hacer algo carente de utilidad". Me identifico plenamente con esta frase, señor Gobernador, y se la dejo como reflexión, pues no podemos seguir jugando con el futuro de la ILC por no asumir posiciones firmes, concretas y decididas en estos momentos en que tanto se necesitan.
Pero este no es el único problema que merece atención inmediata. El pronunciamiento del Superintendente de Industria y Comercio en relación con Empocaldas, donde le reconoce la calidad de representante legal a quien Usted ha perseguido hasta la saciedad, deja muy mal parado a su grupo asesor y genera ante la ciudadanía un halo de desconfianza en las decisiones que se están tomando. La soberbia es muy mala consejera, y todo parece indicar que en este caso ha sobrado soberbia y faltado prudencia, recato y sensatez. ¿Podría Usted hacer algún pronóstico de Empocaldas en estos momentos? Seguramente que no, e igual nos pasa a los ciudadanos que, alejados del embrollo y la barahúnda, solo vemos saltar chispas y crecer la incertidumbre.
En Inficaldas pasa algo parecido, señor Gobernador. Nada se dice en concreto de los temas hidroenergéticos de las PCH del oriente del departamento, ni del futuro del proyecto Miel II. ¿Nos iremos a llevar otra desagradable sorpresa como la que nos dio Guido Echeverri entregando parte de nuestras riquezas en negociaciones oscuras, secretas y leoninas? Esto merece una respuesta pública, rápida y concreta.
Y sumémosle los problemas en las contrataciones de la Secretaría de infraestructura que, según denuncia que debe reposar en las actas de la Asamblea de Caldas, están rodeadas de anomalías desde los procesos licitatorios y ensombrecidas por los procedimientos internos. Además su presupuesto, doctor Julián, lleva una ejecución solo del 10% y eso se nota en la parálisis del departamento, cosa que preocupa hondamente porque se está perdiendo el terreno que habíamos logrado ganar.
Y en cuanto a sus relaciones políticas, tenemos que decir que son un desastre. El gobernante nunca puede estar alejado de su Junta Directiva que en este caso es la Asamblea Departamental. Y menos cuando sus votos tuvieron origen en las fuerzas políticas que hoy denuesta, desprecia y denigra. Eso es arriesgado y peligroso, y ya se ha dado Usted cuenta de ello, pues ha logrado concentrar una gran mayoría opositora dentro de sus propias huestes, situación que nos va a traer consecuencias verdaderamente lesivas.
Tuvo Usted, señor Gobernador, la oportunidad de rodearse bien para ejercer el cargo, pero tomó la decisión libérrima de entregarle el poder a la Corporación Cívica de Caldas, y hoy vemos las consecuencias. Estaban mejor en el papel de censores, verdugos y falsos adalides de la moral que ejerciendo el poder para el cual no están preparados. Aunque en aquel papel solo les conocemos derrotas jurídicas y desastres procesales, no sin antes haber acabado con personas, familias e instituciones impunemente y mostrarse satisfechos con esas victorias pírricas que apenas dejan destrucción y catástrofe.
Bruno Seidel Arango, en medio de su impotencia, tuvo la sensatez de renunciar a su cargo y la grandeza de reconocer sus limitaciones. No estaría nada mal, señor Gobernador, que Usted analizara la posibilidad de imitar su actitud, pues los momentos que vive Caldas no toleran tanto yerro junto y tan poca voluntad de tomar decisiones para su recuperación.
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