Ahora resulta que la pobre contralora Sandra Morelli es la víctima… Preciso cuando la Fiscalía General de la Nación -dentro de las potestades y obligaciones consagradas en la ley-, decide profundizar en los procesos abiertos para esclarecer su conducta, se declara perseguida, acosada y maltratada por las "investigaciones acuciosas, constantes y maliciosas" en su contra.
Los abusos que la contralora Morelli ha cometido en el ejercicio de su cargo son tan evidentes para todo el país, que sus quejidos de hoy lo único que logran es un rechazo por la demora de la Fiscalía en proceder a controlar sus desmanes y por esperar para hacerlo hasta el final de su mandato, luego de miles de millones de pesos perdidos y otra gran cantidad de procesos amañados y direccionados en contra de personas inocentes.
Pero tiene además la desfachatez de citar dos procesos que representan una vergüenza para un ente de control que debería ser ecuánime, honorable y justo: el chance de Caldas y Aerocafé.
Para nadie es un secreto que estos dos procesos fueron manipulados desde un principio por la CCC, y que sus repercusiones políticas, económicas y sociales para nuestro departamento fueron de una magnitud hasta ahora imposibles de medir.
En el caso del chance de Caldas, la Contraloría General de la República, en connivencia con la Corporación Cívica de Caldas, genera un escándalo mayúsculo orientado a destruir a determinados personajes y a proteger con un manto de silencio y de impunidad a otros. Fue así como las investigaciones se limitaron a considerar documentos fraccionados; hechos premeditadamente aislados en el tiempo; relaciones y vínculos casuales que, sin constituir delito, se orientaron aviesamente a engrosar el expediente y a provocar bullicios mediáticos; y otras muchas irregularidades que terminaron con la destitución del gobernador Mario Aristizábal, absuelto después, en última instancia, por la Procuraduría General de la Nación. Pero, lo más extraño: se deja incólume a quien había firmado el contrato inicial del chance y quien rebajó por mayor valor del investigado los ingresos provenientes de este concepto en su período de gobierno: Emilio Echeverri Mejía.
Para la contralora Morelli, el infausto gobierno de Emilio Echeverri Mejía no existió. Fueron cuatro eternos años desaparecidos de su mapa de control; fueron cuatro fatídicos años misteriosamente inexistentes para ella. Y a pesar de las denuncias en las cuales se tenía que vincular al entonces gobernador, la Contraloría General hizo oídos sordos y omitió descaradamente cualquier proceso en su contra. ¡Claro! ¿Cómo proceder en contra de su anterior patrón en la Federación Nacional de Cafeteros; su amigo del alma; su compañero inseparable? Por eso más bien decidió contratarlo en la Contraloría General de la República, para que fungiera como su asesor, mediante un contrato sin funciones claras, pero con las gabelas más aberrantes del mercado, contrato que le sirvió a su vez de mampara al señor exgobernador, para protegerse de cualquier vinculación o proceso de los que pudiera salir perjudicado.
Y con Aerocafé pasó algo similar, y tal vez más degradante: la Contraloría, otra vez en connivencia con la CCC y su presidenta vitalicia Cristina López de Saffón, decide prestarse para el mayor escándalo mediático de los últimos tiempos en Caldas, vinculando a investigaciones amañadas, infundadas, direccionadas y perversas a una treintena de actores someramente relacionados con el Aeropuerto, y omitiendo vincular a los verdaderos responsables del proyecto, como lo fueron el Comité de Cafeteros de Caldas (¡otra vez el Comité de Cafeteros y, por supuesto, Emilio Echeverri!), la Cámara de Comercio de Manizales, el esposo de la denunciante (Dr. Saffón) y demás actores que parecen estar cobijados por una especie de inmunidad judicial.
¡No, doctora Morelli: Usted no es la víctima, ni puede posar de mártir! Porque si vamos a hablar de "investigaciones acuciosas, constantes y maliciosas", no podemos olvidar su parcialidad, su perversidad y su descaro para cubrir con impunidad a sus amigos, así se les haya demostrado con pruebas su responsabilidad en millonarios hechos de nuestra región.
Y recordaré un último caso: cuando se denuncia a Emilio Echeverri Mejía por el convenio por más de 3.600 millones de pesos con la Federación Nacional de Cafeteros, faltando un día para terminar su mandato, y en el cual se violaron todas las normas y procedimientos legales y se presentaron los más absurdos desafueros contractuales, la contralora Morelli solo atina a declararse impedida ante el Procurador General de la Nación por su amistad entrañable con Emilio y por sus vínculos estrechos que describe detalladamente en su impedimento. (ver impedimento: https://www.dropbox.com/sh/r2lsqmoc4eeolno/AAACNDYjYUMMgOxh2sS6skT-a)
Es decir: en los casos del chance en Caldas y Aerocafé, en los cuales a Emilio Echeverri Mejía le caben hondas responsabilidades, la Contraloría General de la República toma partido, direcciona las investigaciones, mutila las pruebas y limita sus pesquisas al tiempo y el espacio en los cuales no se pueda vincular al exgobernador; pero cuando se le denuncia puntualmente y se le aportan las pruebas, la propia contralora se resbala aduciendo un impedimento que no adujo en los demás procesos y una motivación que tendría que haber expresado en los casos que tantos perjuicios nos causaron y que a tantas personas, familias y empresas destruyeron en Caldas.
¿Podrá posar de víctima entonces la contralora Morelli?
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