LA PATRIA | Bogotá

Así tienen a los hinchas del Once Caldas los actuales directivos, quienes demostraron su falta de codicia en el armado del equipo, bien por respeto o por temor -no se sabe- frente al propietario del club, o porque en realidad como dicen algunos, entienden poco del asunto.
Increíble que una persona del fútbol, expresidente del Envigado, que estuvo a punto de ocupar aquí ese mismo cargo, y quien se supone era el indicado para marcar el derrotero deportivo, haya realizado las aportaciones que hizo para el Once Caldas modelo 2015.
Felipe Paniagua fue el encargado de suministrar la información al cuerpo técnico en cabeza de Javier Torrente, que era nuevo en el medio, y al parecer la recomendación fue convencerlo de que había con qué, y que con eso bastaba para ganar en el país.
Tremendo error, pues cualquiera al tanto de la sucedido en los semestres pasados entendía la urgencia de reforzar el plantel en armado y ataque, resultando más contradictoria aún la traída de defensores, que sin sobrar, a decir verdad, ni se necesitaban.
Cero lógica, quizá para desestimular la inversión como política de empresa apostándole a la cantera, lo que no tenía mucho sentido dado que la base es floja, o porque, y ahí sí que pena  por su inocencia, creyó evidentemente en este grupo.
Total, el director deportivo es responsable del caos tempranero en el que se ha sumido este Once Caldas que no vence, no convence, está penúltima en la Liga con cifras terribles, y que luce más por sus expulsiones que por sus puntos y su contenido.
Igual culpabilidad para el cuerpo técnico –ni más faltaba- entre otras con un trabajo que difícilmente traduce en el campo, jugando a lo mismo, dejando entrever inclusive cierto desconocimiento del recurso humano a su disposición.
Plantear que Culma está por encima del ‘Pato’ Pérez, que Murillo es la sensación como lateral izquierdo, o que Arias resolverá los problemas de gol, es demasiado para quienes llevamos rato siguiendo el equipo y tenemos claras sus impotencias y virtudes.
Torrente puede ser un buen técnico, pero miró con desdén el fútbol colombiano, o fue demasiado ligero al pensar que era suficiente con su presencia en el banco para triunfar en un torneo al que seguramente llegó rumiando que era cómodo y fácil.
Sus actitudes, siendo el único entrenador que solo atiende a los medios en rueda de prensa, y que cierra sus puertas a la labor cotidiana, son respetables, pero montan una cortina en un círculo en el que la apertura permite mayor sintonía entre aficionados y club.
Se equivocó y la está pasando mal.  Los ´pelaos´ son para llevarlos y no ponerles la carga de la campaña, y en cuanto a los veteranos aquí hay muchos que han demostrado hasta la saciedad que su nivel es discreto, que no contribuyen más, y que son del montón.
Lo otro es que, y vuelvo sobre el tema inicial, lo asesoraron mal y se tragó el cuento, y más que una percepción es algo concreto, confrontado el día cuando le escuché decir que con 16 jugadores bastaba y que le gustaba la nómina.
Suena raro también que insista en que la evaluación será en diciembre y que a partir de ahí tomará los correctivos, cuando lo contrataron para este campeonato, y el Once Caldas no puede pasarse en esos planes experimentales que solo conducen a debilitar su imagen.
Otro aspecto por mejorar es la vehemencia, que han confundido con agresividad, sumando expulsiones reiteradas, como la de Dortti por un reclamo absurdo e inaceptable en su condición como cabeza de grupo no estando el principal. ¡Una vergüenza!
Ojalá esto cambie porque sería muy triste repetir la historia de Ángel Guillermo Hoyos, otro argentino cuyo mérito fue haber conocido a Messi en la Masía del Barcelona, o de Pompilio Páez, quien se creyó técnico porque era ayudante de campo de Juan Carlos Osorio.
Hasta la próxima…

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