Mario Cesar Otálvaro
LA PATRIA | Bogotá

Terminó en cuartos de final la aventura del Once Caldas por el campeonato, y sin que sea lo ideal, corresponde a la lógica de las decisiones del comienzo cuando se optó por no invertir, economizando en materia prima porque la meta era superar el impase con la DIAN.
Gran acierto la vinculación de Flabio Torres, quien validó los méritos ganados con el Pasto, logrando un rendimiento que después algunos quisieron minimizar, amparados en el bajón que apretó la clasificación, y en roces internos que no faltan en cualquier organización.
Fueron por lo menos 10 fechas, las primeras, altamente evaluadas por la crónica deportiva del país que no ahorro adjetivos para destacar el fútbol del Once Caldas como el de mejor propuesta, lo que no fue gratuito porque evidentemente hubo generoso despliegue.
Los conocimientos de Flabio, la forma como los lleva al campo, haciendo que sus pupilos le crean y le respondan, y su ascendiente sobre directivos, jugadores y afición, invitan a respaldar este  proceso que es lo más parecido a lo que se tuvo con Juan Carlos Osorio.
Por eso en el arqueo de lo actuado queda la reflexión, expresada ya por este cronista, de que se hizo mucho con poquito, siendo esto último de buena calidad, elevando la confianza para llenar los vacíos, necesitándose más ojo que plata para buscar los refuerzos.
Cuadrado, Piedrahíta, Pérez, Hanyer, Lopera, Henao, Patricio, Hernández, Izquierdo y Arias fortalecen el tendido para el nuevo semestre. Cabezas terminó jugando bien, y su polifuncionalidad lo hace especial, siendo conveniente mantenerlo en plantilla.
De resto nada, y el trabajo debe ser juicioso para intentar reales aportes al colectivo, y que sumen a la sustentada tarea táctica ya desarrollada.  También hay que mirar con lupa el tema de los  juveniles, pues no parece haber una camada interesante en esas canteras. 
Urgen entonces un lateral izquierdo que brinde seguridad, que no es Murillo, dos volantes de marca que quiten y ordenen esa zona, y atacantes los que quieran, diferentes a los actuales que carecen de gol, y no Sergio Romero, a quien devolvieron por ineficiente.
En la parte administrativa, gerencial y financiera las cosas marchan correctamente. Se retomó el camino de la consolidación empresarial de la mano de Kenworth, y con el nuevo pensamiento de Jaime Pineda se puede aspirar a políticas de expansión en lo deportivo.
Injusto sería no resaltar la decorosa presentación del Once Caldas en Bogotá. Se sobrepuso al golpe anímico que le significó la humillante derrota en Manizales, y sometió de principio a fin al Santa fe en categórica demostración de fútbol bien planteado.
Buen equipo el que paró Flabio en el Campín, con seriedad y entrega que fueron constantes durante el torneo. Recobró velocidad en defensa, agresividad en el medio, volvió a la presión en punta, y se regresó a la solidaridad como premisa general.
Claro que otra vez los cambios incidieron confirmando su estrechez de nómina.  La salida de Hernández restó fuerza en ataque, y el moribundo Santa fe aprovechó el papayazo, y adelantó líneas hasta encontrar el inmerecido gol de Mina que dejó la llave saldada.
Seguramente los sustituidos estaban cansados, pero esas novedades afectaron los conceptos básicos de control y tenencia de pelota, sacrificio que terminó costando una anotación en contra, no la victoria que se fue a un segundo plano tras la eliminación.
Quedó la sensación de que se pudo empatar la serie en Bogotá, y que se recuperó el rumbo, desnudando la realidad de un Santa Fe con mayores individualidades que funcionamiento grupal, dejando abierta una gran esperanza para el próximo torneo.
P.D. Análisis aparte las discretas actuaciones arbitrales. Adrián Vélez exageradamente estricto, pitó un penalti que no fue y expulsó a Cuadrado en Palogrande, y Juan Carlos Gamarra fue localista, no expulsó 2 rojos, e ignoró un penalti de Torres sobre Pérez cuando el partido iba 0-2.
Hasta la próxima…
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