Si analizamos los últimos acontecimientos y la inseguridad en Colombia, podemos decir sin temor a equivocarnos que nuestra justicia todos los días va de mal en peor. El Estado, como de costumbre, ausente. En los países justos, ese mismo Estado debe resguardar a los ciudadanos de su propia y maldita naturaleza y condición humana.
Por estos días, los noticieros repiten hasta el cansancio que los ciudadanos están "jartos" de la inseguridad. Vecinos cansados es un concepto anodino y neutralmente falso. Cristina Fernández, la mediocre y nueva rica presidente de Argentina, (su capital ha crecido violentamente durante sus años de gobierno), dice que "la receta contra la violencia es la inclusión, porque no se le puede pedir al que siente que su vida vale dos pesos, que crea que la vida de los demás vale más". Creo que en ese valor de la vida humana, el Estado tiene mucha responsabilidad. Además, la vida de cualquier persona debe ser carísima. Aclaro que los bellacos y las bestias en los países justos deben estar en la cárcel. Cuando la justicia no es nítida y transparente como en Colombia, los ciudadanos de bien se transforman en bestias. Aunque, la naturaleza humana es horrible, mezquina e impredecible.
En mi país, la delincuencia y criminalidad está desbordada. La rufiana guerrilla demuestra un falso poderío bélico, torturando y matando policías indefensos cuyo único pecado es defender nuestra patria; son un grupo famélico con demasiadas ansias de poder, eso sí, con los bolsillos llenos de dinero maldito producto del narcotráfico, secuestros y extorsión. Navegan en un mar lleno de falsas ilusiones alimentadas por Fidel. Están convencidos que los colombianos por el anhelo y la necesidad de la paz, tenemos que perder la memoria y olvidar los años de barbarie, permitiendo que los principios de justicia y reparación se alteren y se acomoden a sus "necesidades". Repito lo que siempre he expresado: para que haya una verdadera paz deben pagar por sus crímenes en la cárcel y reparar hasta la última víctima. Por otro lado, los delincuentes comunes se siguen organizando y hacen de las suyas sin recibir el castigo que se merecen. La sevicia, la crueldad y el salvajismo se han sobrepasado.
Nos tocó vivir en un país excedido por la violencia. Cuentan que Abelardo de la Espriella, abogado de la dama a la que le tiraron ácido en la cara, tuvo la "genialidad" a la salida de la indagatoria de su agresor de lucirse ante los medios de una manera calculada y premeditada; posiblemente motivado por la rabia y la retaliación le gritó: "allí te tiro ese hueso, perro". Su actitud machista demuestra que los "buenos" también abusan y no son geniales ni brillantes. Jonathan Vega es un bellaco, pillo, truhan, rufián, ladino, marrullero y bribón, pero eso no justifica la actitud del famoso abogado.
Jonathan Vega es una persona químicamente mala; llama la atención su frialdad, cinismo y desfachatez, así como su forma calculada y premeditada de organizar su acción. A Vega no se le percibe arrepentimiento, pero sí desafío, indiferencia e insolencia. Simplemente corrobora lo que transmite. Con cinismo y grosería dice que no acepta la acusación de "intento de homicidio", porque él solo quería hacerle un leve daño. Su perversidad no tiene límites, pero... el abogado en mención es provocador como "representante" de nuestra sociedad aparentemente cuerda, seria, intelectual y equilibrada. Maneja a las mil maravillas la prepotencia y el machismo ofensivo, sin hacer diferencias con la ignorancia y el atraso. Dejo en claro que Vega merece ser castigado con todo el peso de la ley y, por favor que no se haga el "loco".
Sé que estamos viviendo una barbarie. El exministro Juan Gabriel Uribe interpretó la opinión de muchos: "Como lo que hizo no tiene ninguna proporcionalidad frente a la ley, hay que reventarlo con ácido". Para que la situación sea más ejemplar, alguien podría agregar desde las gradas del circo, que fuera en un acto público en la plaza de Bolívar y con transmisión por los canales de televisión. Algunos quieren un verdugo con el rostro cubierto por una capucha negra, mezclando lentamente el ácido que hierve en un caldero. Muchos quieren más dramatismo y desean una leve prueba antes de ejecutar la pena, otro verdugo coloca con fuerza y brusquedad la cara del condenado en dirección al cielo, para que sea observado por los "espectadores". La muchedumbre del circo entra en éxtasis y los verdugos no pueden disimular la exaltación y el entusiasmo. Tenemos que concluir que nuestra sociedad está enferma, unos más que otros y que los actos de crueldad que nos "conmueven", no son hechos aislados sino una manifestación común de una civilización postrada y ruin. En definitiva la condición humana está aniquilada. Simplemente veamos en la tele el famoso Doctor Mata y El Mexicano, una sinopsis de bellaquería. Pero... el estadio sigue gozando y el rating aumentando.
Por último, leí en un periódico dominical lo siguiente: "el aborto solo lo perdona el arzobispo, excepto durante esta promoción de Semana Santa". Hay parroquias escogidas para esta misión, otras no. Ese privilegio es únicamente para algunas. Ya tenemos pecados en promoción para el perdón, aunque no me imagino a Dios promocionando pecados; para algunos, la gravedad del hecho se acomoda de acuerdo a la temporada. Se están dando descuentos especiales y facilidades de "pago". Sería un perdón aparente, selectivo y ubicado. Se hará una auditoría previa para analizar si el pecado califica, tolera o aguanta para sacerdote o arzobispo. Estuvimos en promoción de privilegios y de pecados.
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