La democracia tiene sus costos. La existencia de los cuerpos legislativos tiene por objeto la disponibilidad de un mecanismo constitucional que obligue
a quienes gobiernan, a considerar y evaluar los diferentes intereses de los distintos sectores sociales. La democracia no son solo votaciones, es también la discusión permanente y abierta de las decisiones del gobierno, para que muchos sectores tengan la oportunidad de participar en la distribución de los recursos que el Estado tiene. Pero viene la corrupción y el clientelsimo para acabar con las buenas intenciones del gobierno y de los legisladores; muchos de los cuales con un poder insignificante en sus regiones, se convierten de la noche a la mañana en personajes valiosos para aprobar una decisión que a ellos poco les interesa.
Importante decir que nuestro diseño institucional y las condiciones de nuestra economía política incentivan el chantaje. Dicen que Juan Manuel Santos se ha gastado 3 billones de pesos en darle gusto al parlamento, es decir, en mermelada. ¿Por qué? Parece que los chantajes para ser reelegido con los votos de los parlamentarios afines a él son muchos. Esa es la razón por la cual las elecciones para los cuerpos colegiados se convierten en una feroz competencia entre políticos "profesionales", por el derecho de chantajear al ejecutivo.
Los costos de la democracia están disparados, el chantaje está incentivado, la dependencia de las famosas regalías es severa. Ahora que la guerrilla parece tener una leve voluntad de paz y que los paramilitares han reducido sus aspiraciones de poder, limitándose a la protección del narcotráfico, nos debe quedar en claro que la violencia no es el principal riesgo de la democracia. Ha sido uno de los tantos medios no institucionales para chantajear la toma de decisiones del gobierno de turno. Tenemos al frente un nuevo medio de corrupción-violencia, el cual llena los bolsillos de los bellacos de cuello blanco.
Existe también una nueva neoplasia, generada en los malos manejos de algunas EPS. Escribo sobre un caso concreto y es el de un medicamento muy especial, utilizado para tratar la artritis reumatoidea. La dosis de este medicamento que se aplica una vez al año, vale en Chile el equivalente a 12 millones de los nuestros y en Ecuador 8 millones de pesos. En Colombia como no existía control de precios a los medicamentos, el laboratorio que lo producía lo vendía a 27 millones de pesos. Pero... el problema no era solo el abuso que cometía la multinacional que producía el medicamento. Al parecer la mayoría de las EPS no adquieren sus medicamentos directamente del laboratorio, sino que lo hacen a través de intermediarios (parientes o amigos) de los directivos de las EPS, quienes los venden a la entidad de salud respectiva hasta por el doble del precio. En el caso que les comento, la empresa intermediaria lo adquiría por 27 millones de pesos y se lo vendía a la EPS hasta por 60 millones de pesos. Según mi fuente investigada, generalmente lo hacen con la mayoría de medicamentos de alta complejidad, los cuales son ordenados a través de tutelas. En consecuencia, las EPS pagan los astronómicos precios que cobran los intermediarios y luego los recobran al Fosyga. Mientras las EPS esperan que el Fosyga les pague (se demora meses), se cuelgan y se atrasan con sus diferentes obligaciones: pagos a los médicos, enfermeras y laboratorios; por lógica los intermediarios se llenan de dinero.
Afortunadamente el gobierno frenó esta perversa práctica, al fijarle precio a los medicamentos de alta complejidad, evitando que el hueco fiscal de las EPS siga creciendo. Esos administradores o gerentes de algunas EPS, (Salud Coop), pertenecen a la Social Bellaquería. Aparentemente odian al procurador porque los pueden investigar. Pertenecen al Club El Nogal y cantan la "Masa" de Silvio Rodríguez, criticando de paso el imperio de EE.UU., aunque tienen visa por 10 años y conocen los 10 mejores restaurantes de Nueva York. Por lo general manejan una dialéctica trasnochada. En los cócteles toman licores finos, aunque no les gusta pues "aguardienteritos"; son rebeldes de "Club" y odian la disciplina, la autoridad, el orden, la nitidez y la transparencia. Desgraciadamente tienen muchos amigos en el gobierno central, los cuales les otorgan los contratos.
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