A los 17 años, Isabel Segovia Ospina, se largó de casa, dejando a sus padres preguntándose, con Serrat: “¿Qué va a ser de ti lejos de casa, nena, qué va a ser de ti?”. 23 años, dos matrimonios, una hija y una vuelta al mundo después, es la fórmula vicepresidencial de Enrique Peñalosa a quien flechó con su propuesta educativa.
No la busquen haciendo clientelismo, emparentada con hackers o jotajotarrendondes. Se equivoca haciendo una intriga. Tiene un máster en antipolítica.
En la Universidad de Pensilvania sacó diploma en historia y relaciones internacionales. Esta cuarentona en cuyo árbol genealógico hay goditos ilustres, tiene maestría en estudios latinoamericanos en la Universidad de Vanderbilt.
Desde que se conoce decidió ser consagrada al estudio, independiente, feminista, sin que se le vaya la mano.
Se dio un sabático laboral en Washington donde fue contratista del Banco Mundial en estudios sociales. Durante su andadura en el Perú hizo estudios para el mismo banco en asuntos rurales. Se concentró en la educación que convirtió en la niña de sus ojos.
Practica aquello de que para ser feliz hay que tener un buen exmarido (Andrés Shoeber, paisa) y un buen marido (Jerónimo Rodríguez), abogado, ducho en derecho del medio ambiente, subdirector del Instituto Humbolt.
Después de su separación matrimonial se tomó un año sabático. Fue mochilera en París donde empezó su vuelta al mundo a la edad de Cristo.
Que no falte escala espiritual en la India donde aprendió a mirar pa´dentro en la posición de la flor de loto. En Moscú tomó el legendario transiberiano que depositó sus huesitos en Mongolia. La mochilera hija del exministro Rodolfo Segovia Salas terminó en Beijing. Con ese periplo pulió su condición de mujer en la que no manda nadie.
Ama en inglés y en francés. Se enoja en costeño, la lengua de papá Rodolfo, político, historiador, columnista.
Si bien es alérgica a los clubes, disfruta de su prójimo, es parrandera, intelectual ajena a los fanatismos. Prefiere la acción a la cháchara. Se le va la mano en hiperactividad. Es de izquierda en lo social y ortodoxa en lo económico. Su hija de tres años y medio tiene por esclavos a sus abuelos.
Aterrizada en Colombia, la ministra de Educación del gobierno de Uribe, Cecilia María Vélez, la nombró viceministra, cargo en el que se fajó dos años.
Del ministerio pasó a la Fundación Compartir tentada por Pedro Gómez Barrero. Allí coordinó e impulsó el detallado estudio sobre cómo patasarribiar la alicaída educación en Colombia. Con Peñalosa puso la educación en la agenda de la campaña.
¿Será que se me notan mucho las ganas de votar por la fórmula Peñalosa-Segovia? ¿O, a regañadientes, por la fórmula Santos-Vargas Lleras si, como dice esa democracia de mil pelagatos que son las encuestas, mi dueto no llega a buenas? Lástima que mi cédula esté inscrita en otra parroquia.
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N. del E.
En la edición digital de la columna de Óscar Domínguez “Los Kamikazes en Brasil 2014”, publicada la semana anterior, por un problema de compatibilidad técnica no salieron los caracteres en chino que le daban sentido al escrito. Lamentamos el inconveniente y pedimos disculpas al autor y sus lectores. En la edición impresa no se presentó ese problema.
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