El descubrimiento de las Indias Occidentales fue noticia que solo circuló en las gargantas y en los ojos de los asombrados y hambrientos navegantes de La Pinta, La Niña y La Santamaría.
La información también circuló, si mucho, en el diario de a bordo del reportero-almirante-descubridor, don Cristóbal Colón, quien solo pudo dar la “chiva” o exclusiva a su regreso a Europa seis meses después, en abril de 1498. Y la dio mal, porque creyó que habían llegado a las Indias.
Según el fallecido historiador Germán Arciniegas, se necesitaron diez años para que el florentino Américo Vespucio “desfaciera” el entuerto geográfico y aclarara que no se había descubierto un nuevo mundo.
Como nadie sabe para quién trabaja, Colón descubrió América pero don Américo le aportó el nombre a este pedazo de tierra todavía en deliciosa obra negra.
¿Pero cómo dar la noticia sobre un descubrimiento que no tuvo prensa? Cuando le hice la pregunta al maestro Arciniegas accedió a titular la información: “Colón desmiente a Platón”. Y a manera de encabezamiento o párrafo de entrada, Arciniegas propuso: “No hay tal mar tenebroso. El camino está abierto”.
En definitiva, el descubrimiento no tuvo buena ni mala prensa. Algo peor: no tuvo ninguna. Nadie se enteró. En este sentido no hubo descubrimiento de América durante varios años.
La habrían podido transmitir por señales de humo que era la Internet de entonces. O a través del tambor o del eco que eran faxes de ruido.
Admitamos que un enviado especial a bordo de las carabelas encuentra un operador de humo, de eco o de tambor. ¿Por dónde agarrar la noticia?
Yendo al meollo del asunto, considero, salvo mejor opinión, que el titular más adecuado para dar la noticia era, sin duda: “¡Tierra!”, grito que dio don Rodrigo de Triana cuando vio que el agua se le iba convirtiendo en playa.
Los hay que afirman que lo más contundente que ha habido en asuntos de encabezados o párrafos de entrada de una noticia, está en el arranque del Génesis: “En el principio creó Dios el cielo y la tierra”.
No está mal del todo y menos si el colega que lo escribió estaba datado por certera fuente celestial que “exigió el anonimato”.
Para mi gusto, me quedo con “Tierra” porque es a la vez título, primer párrafo, desarrollo y final de la información. No necesita ni foto. Ni imágenes. Todo esta ahí.
Menos mal el Almirante Cristóbal no tuvo tiempo de quedarse colón porque nunca se enteró de que América le había puesto “conejo” a él pues no había llegado a las Indias, sino a Guanhananí, primer sitio donde la mano del hombre europeo ponía el pie. O si se enteró se hizo el loco. Don Cristóbal no iba a ser tan tonto como para contarlo. En ese caso, le habría tocado pagar todos los intereses para desempeñar las joyas de la Reina en represalia por no haber llegado al destino prometido.
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