Señor Zinedine Zidane, técnico del Real Madrid, salud y pesetas, así no le quepa una más.
Usted no sabe quién soy yo. Yo tampoco sé quién soy, pero le quiero hablar de mi paisano James Rodríguez, el apellido más común en Colombia. Recuerde que cuando juega JR jugamos 48 millones de colombianos. Desairarlo a él es trapear con todos nosotros.
Ya me está sacando la piedra, otro de los nombres de la ira, con tanta banca para el hombre 10 de Macondo cuyo presidente recibirá el viernes el Nobel de paz (que la paz no haya llegado es otro cantar).
De pronto le permite entrar faltando diez segundos para terminar la jornada balompédica. Tiempo suficiente para que el superego de Ronaldo salga aplaudido. James no alcanza a persignarse y ya está de regreso al anonimato del camerino.
Le exijo, don Zizou, que deje el “bullying” contra el jugador colombiano más costoso desde que Colón parqueó por equivocación sus carabelas en tierra firme. En esta moderna y consentida trata de blancas que es el fútbol, solo Neymar, Ronaldo y Messi, ganan más que JR.
Mientras le siga decretando el olvido al arte de JR, las arcas del Real no recibirán un solo euro mío por concepto de compra de camisetas, llaveros, medias o condones con la foto del equipo para alebrestar la libido.
No más contentillo, señor desentejado. Eso de decir que el cafetero es muy bueno, que le aconseja que siga en el club, que es un honor seguir en el Real, es paja. Más minutos de fútbol, menos piropos inútiles, es la consigna.
Decía una candidata presidencial, Noemí Sanín, casada con el español Javier Aguirre, que en Colombia a las mujeres les exigen ser vírgenes pero con experiencia. Algo similar está sucediendo con nuestro crac. Si solo lo pone a jugar en los entrenamientos para que haga goles anodinos ¿cómo quiere?
Su falta de ritmo se viene notando en los juegos de la selección Colombia, donde ha pasado inadvertido. Ha sido uno más. Lo habrían podido cambiar ¿pero quién le pone el cascabel a ese gato de 80 millones de euros? Su fútbol de hoy, y, en general, el de la selección de Pékerman, no nos llevará a ningún Pereira.
Mejor dicho, a ninguna Rusia donde se jugará el próximo mundial. Si no nos pellizcamos, nos tocará ver el campeonato por televisión mientras acariciamos el felino.
Ahora voy con James: Paisano, ¿usted se embobó o qué? Sus problemas de chequera hasta la vigésima encarnación están resueltos. Coja oficio y dígales a su sacamicas o manager de turno que le busque destino en otro club.
Esa solución la ve hasta un cura ñato y pedófilo. Imite a Falcao que se salió de donde no lo querían y ha retornado a lo que sabe hacer en el Mónaco donde ha vuelto al gol. Pilas gaguito James, avispate, negro, no jodás.
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