La política colombiana anda subida en una montaña rusa desde hace un par de semanas. Lo que parecía obvio y despejado hasta para los más agudos observadores, de un momento a otro cambió y entró en un vertiginoso movimiento, a partir del cual casi cualquier cosa puede pasar. Hace dos semanas, en esta misma columna, expresé que existía una tendencia que presagiaba una ineludible segunda vuelta entre Santos y Peñalosa. Sin embargo, tres días después, las encuestas desmentían esta afirmación. Afortunadamente tomé la precaución de advertir, en esa misma columna, lo siguiente: "no pocas veces se dan sorpresas o se manifiestan tendencias que las encuestas no alcanzan a registrar". Así se dejaba un margen de probabilidad a los cambios no avizorados.
Hoy estamos frente a un escenario cambiante y volátil, que si bien sigue favoreciendo al presidente Santos, se modifica día a día, de encuesta en encuesta y de encuestador en encuestador, porque hay que manifestar que llama poderosamente la atención los resultados tan dispares que producen las diferentes firmas encuestadoras. ¿A quién creerle?
El último capítulo de esta historia electoral trae hechos perturbadores, que nuevamente revuelven todo en esta campaña presidencial. Por un lado la revelación de unas acusaciones contra el gran estratega de la campaña santista J.J. Rendón, en referencia a un supuesto pago de doce millones de dólares por parte de un grupo de grandes capos del narcotráfico, para tramitar una posible negociación con el Gobierno. Hasta el momento no se evidencia ninguna responsabilidad del presidente Santos en este evento, pero lo que sí queda demostrado hasta la saciedad es lo oscuro y perverso de este asesor político, que por genio que sea en cuestiones de estrategia electoral deja grandes dudas sobre su ética, e incluso sobre si su proceder es delincuencial. Afortunadamente ya salió de la campaña de Santos.
Por otro lado, ayer mismo surgió otro escándalo: el espionaje que hacía a las negociaciones de paz de La Habana, un asesor de la campaña de Óscar Iván Zuluaga. Andrés Fernando Sepúlveda, en un criminal esfuerzo de saboteo a las negociaciones de paz, interceptaba comunicaciones electrónicas que sostenían los actores directos de los diálogos. Como en el evento de Santos, nada indica por ahora que el candidato Zuluaga estuviera enterado de este caso, pero no queda tan claro que su campaña se beneficiaba o no de la información que el presunto delincuente recopilara de manera ilegal. La esposa de Sepúlveda, Lina Luna, ha tenido responsabilidades en el tema de comunicaciones en la campaña de Zuluaga. Al leer lo que escriben tanto Sepúlveda como Luna en las redes sociales, se ve con nitidez un veneno letal en sus palabras, son ellos representantes de un neofascismo que dista de cualquier opción democrática. En esta misma línea, solo que recubierto de mayor sofisticación, está el exministro Fernando Londoño Hoyos. Prueba de esto último es su columna de ayer en El Tiempo (mayo 7 de 2014), en la cual fabrica cualquier tipo de historias demenciales en contra del proceso de paz y del presidente Santos. Hay que recordar que Londoño Hoyos es el director programático de la campaña de Óscar Iván Zuluaga. ¿Podrá llamarse centro y democrático un partido con este tipo de expresiones? Porque no son pocos al interior de la causa de Zuluaga que comparten los sentimientos de Sepúlveda, Luna y Londoño. Todos tienen la obsesión de terminar con el proceso de paz, justo cuando promete ser el único que tiene la posibilidad de acabar con la atroz guerra que hemos padecido por más de medio siglo. La prueba contundente de esto es la propuesta del mismo candidato Óscar Iván Zuluaga de que si llega a la presidencia, inmediatamente dará un ultimátum a las Farc para que en ocho días cesen todo acto de violencia y entren en un cese del fuego unilateral, además de otras exigencias. ¿Qué más quisiéramos que la guerrilla obrara así? Sin embargo, tensar la cuerda de esta manera y llegar a cumplir un ultimátum muy poco realista, sería la máxima expresión de irresponsabilidad de un jefe de Estado.
Estamos atravesando unos días negros en la campaña presidencial, lo cual es un mero reflejo de esa dimensión turbia y criminal que todavía vive, y de manera vigorosa, en la política colombiana. Ojalá llegue el día que no exista esta oscuridad.
* * *
Nota: siguen dejando este mundo los más grandes salseros. Ahora le tocó el turno al magnífico Juan Formell, decano de la música cubana contemporánea con su orquesta Los Van Van. Su tema clásico: "Sandunguera".
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015