Antes del plebiscito, había solo dos objeciones de la oposición al acuerdo de paz entre el Gobierno y las Farc que ocupaban prácticamente todo el espacio de los reclamos: lo que veían como laxitud e impunidad en uno de los tres tipos de sanciones que contempla la Jurisdicción para la Paz y la posibilidad de elegibilidad política para los líderes de la guerrilla que sean responsables de delitos graves. Si bien estos dos puntos siguen siendo centrales en la discusión y posible renegociación del acuerdo, ya no son los únicos motivos de reparo que han encontrado los voceros del no. Como en la parábola de la multiplicación de los peces y los panes, ahora la suma de objeciones asciende a más de cuatrocientas, de lo que se concluye que se busca igual número de reformas.
Se puede decir que algunas de las peticiones de la oposición tienen sentido. Y ya entrados en esta instancia de renegociación, observaciones de otros actores, como por ejemplo la Corte Suprema de Justicia, tienen validez y es necesario estudiarlas. Hay que procurar reformas del acuerdo cuando sea claro que le brindan claridad, coherencia y más legitimidad. Pero pretender despedazar lo logrado en cuatro años de trabajo sin pausa, donde intervino un buen número de expertos en todas las materias tratadas, y se consideraron los mejores referentes disponibles en todo el mundo, es otra cosa. La renegociación no puede convertirse en un ejercicio a través del cual la oposición logre imponer su visión completa del Estado y la sociedad, y promover sus intereses, algunos de los cuales pueden ser bien cuestionables.
Hay un caso en particular que merece especial atención: la Jurisdicción Especial para la Paz, es decir, el aparato judicial que tiene como finalidad el juzgamiento de los delitos graves cometidos dentro del conflicto armado. Y dado que la terminación de la confrontación bélica entre el Estado y la guerrilla en una mesa de negociación es una excepción que se hace a la aplicación de la ley en diversos ámbitos, especialmente en el penal -excepción amparada por la misma constitución-, lo que se acuerde también implica modificaciones legales, generalmente temporales, que aparentemente contradicen la ley ordinaria, pero que lo que buscan en el fondo es restablecer la normalidad social y jurídica.
Un elemento central dentro de la Jurisdicción Especial para la Paz es el requerimiento que se le hace a quienes acudan a ella de contar toda la verdad sobre su actuación dentro del conflicto armado y todo lo que sepan respecto a la comisión de delitos, esto con el objetivo de poder recibir las penas alternativas. El problema para algunos críticos del acuerdo es que esta modalidad de justicia no solo es para los guerrilleros, también es para todos los que hayan intervenido en el conflicto armado y sean responsables de algún tipo de delito. Es lo obvio, y es consecuencia de dos principios básicos del derecho: la igualdad ante la ley y la favorabilidad de la ley penal. Civiles y funcionarios públicos también pueden llegar a esta instancia judicial. Y muchos quieren pasar de agache.
¿Dónde está el riesgo? que en cumplimiento de la obligación de los sometidos a esta jurisdicción de relatar la verdad y también con base en información que llegue a los órganos de investigación contemplados en el acuerdo, se empiece a desvelar algo turbio, oscuro, repudiable, que comprometa a particulares o a agentes del Estado. Y eso parece que genera nervios en algunos promotores del No, que quieren borrar de un tajo esta temporal manera de administrar justicia. Aquí hay un escollo grande en las negociaciones que se están adelantando. Sin lugar a dudas, se requiere que salga a flote toda la verdad, que sepamos muchas cosas que ignoramos, porque entre más sepamos, más conciencia podremos hacer de lo que no puede suceder de nuevo. Expiar el pasado es base para un mejor presente y futuro. Por eso no hay que hacerle quite a una verdad completa.
Un dato que puede dar luces en este tema: los militares condenados por delitos graves han manifestado su interés de acogerse a esta justicia transicional. Tal vez tengan mucho que decir.
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