"Decíamos ayer" que el municipio quiso destruir la obra de Nek pero los ciudadanos lo impidieron. Hoy el muy visitado Jardín de Rocas ocupa 16 hectáreas. En 1975 la primer ministro Indira Gandhi (que no fue hija de Gandhi) recibió a Nek y admiró su obra. Esto fue como la bendición y aprobación del Jardín desde lo más alto del poder político de la India, pero al parecer no fue suficiente como blindaje definitivo contra los enemigos, porque en 1990 se le ocurrió a la administración municipal pasar una carretera por toda la mitad del Jardín, destruyéndolo y de nuevo los habitantes de Chandigarh lo impidieron. ¿Llegaron hasta aquí los enemigos de Nek y de su proyecto? No. Aprovechando una invitación que hicieron a Nek a Estados Unidos para que presentara su obra, la administración municipal (¿otra vez?) destituyó a todos los empleados que trabajaban en el Jardín. Esta vez fue la presión internacional y una fundación que se creó los que salvaron la obra. ¿Qué pensarán los gratuitos y envidiosos enemigos de Nek y del Jardín al comprobar que esta obra es el segundo monumento en India en recibir la mayor cantidad de turistas, según me han confirmado? Y más, al ver la cantidad de dinero que recibe la ciudad con la multitud de turistas que viene a recorrer los túneles y pasadizos y a admirar los batallones de personas, animales y cosas que creó Nek.
Hay un detalle, que no es tan detalle, que el visitante avisado y conocedor no deja de notar. Nek ha empleado azulejos en terrazas y figuras, circunstancia que inmediatamente recuerda la obra de Gaudí en Barcelona. En la entrada al Jardín, especialmente, hay grandes paredes o murales y asientos hechos todos en azulejos. Todo es mera coincidencia. Nek no conoció ni a Gaudí ni su obra, lo que le da todavía mayor valor.
Dejando sin visitar muchos monumentos de Le Corbusier y su equipo me despido de Chandigarh para dirigirme por carretera a Shimla. Chandigarh está al pie de las montañas, pero todavía en una planicie. Ahora la carretera Transhimalayana, como la llaman, me va introduciendo ya en los repliegues últimos meridionales de la gran cadena montañosa del Asia. Vamos subiendo y subiendo. Lo primero que llama la atención son los monos que se encuentran al borde de la carretera, en las barandas de protección y en los árboles. No se inmutan al paso de los vehículos y todos los respetan y ellos no son agresivos.
Algunos viajeros les echan comida.
Los paisajes de verdes y sembrados son hermosos. Pasamos por la ciudad de Solan que está tan extendida por las colinas que no parece que tuviera más de un millón de habitantes y que fuera la segunda ciudad del estado de Himachal Pradesh, hacia cuya capital, Shimla, me dirijo. Solan se halla casi a medio camino entre Chandigarh y Shimla y es llamada "La ciudad champiñón de la India" por la cantidad de granjas que cultivan este vegetal y goza además de otro apelativo, "La ciudad del oro rojo", por las toneladas y toneladas de tomates que produce. En efecto, se ve cómo la tierra es aprovechada al máximo para la agricultura y es que para alimentar los mil cien millones de personas que viven en este país se necesita mucha tierra, muchas manos de agricultores, mucha iniciativa y mucha industria.
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