Deliberadamente dejé para el final, antes de mi viaje, en este recuento de mis acercamientos a la India, dos símbolos, dos íconos, uno material y romántico y otro espiritual y de carne y hueso. Naturalmente hablo del Taj Mahal y de la madre Teresa de Calcuta. El primero es a la India lo que la estatua de la Libertad a Nueva York y Estados Unidos, lo que la torre Eiffel a París y Francia, lo que el Vaticano a Roma e Italia. El Taj Mahal no es solo la hermosa cúpula de mármol blanco, no; es un conjunto de edificios que la rodean, todos muy bellos. Fueron construidos en el siglo XVII por el emperador mogol (sí mogol, no mongol) Shah Jahan como tumba para su esposa, la favorita, Mumtaz Mahal, que murió en el parto del decimocuarto hijo. En su construcción trabajaron 20 mil obreros durante 23 años. El conjunto monumental se encuentra en la ciudad de Agra, capital del estado de Uttar Pradesh. Por supuesto que yo debía algún día ir a visitarlo y así lo hice. Ello ocurrió en un viaje anterior.
Y la madre Teresa de Calcuta, yugoslava ella, pero afincada muchos años en la India, que llevó a la práctica los mandatos sublimes del Evangelio de Cristo: el amor, especialmente a los más excluidos de la sociedad, es hoy otro ícono de la India, venerado por todos, católicos y no católicos, creyentes y ateos.
Desde luego que yo regresaba a la India con mucha emoción y expectativa; iba al norte, al pie de los inmutables Himalayas, a una región que no conocía.
El avión hacía escala en Munich de paso para Delhi. El pasajero que iba a mi lado me miraba y me miraba de reojo. Al final se animó a hablarme: Where are you from? From Colombia, le contesté. Entonces muy conspicuo me dijo que si yo fuera más alto y esbelto, menos barrigón y más bello, más oscuro de piel y un poco azul, sería tomado con toda seguridad como indio. Le contesté con una sonrisa que no sé como calificar, si amable, si displicente, si distraída, si cordial, no sé cómo. Acto seguido se enfrascó en la lectura de una revista editada en hindi y luego se durmió hasta el término del viaje.
En el largo viaje de siete horas desde Munich hasta Delhi, hice el ejercicio, que me parecía natural, de recordar conocimientos generales básicos sobre la India y su geografía. Algunos de estos conocimientos correspondían a los años de bachillerato. La India es el segundo país más poblado de la tierra, después de la China. Actualmente casi 1.300 millones de habitantes ocupan los 3,3 millones de kilómetros cuadrados. Esto quiere decir que la superficie de la India es tres veces la de Colombia y su población 27 veces más que los 47 millones de nuestro país. La India es el séptimo país más extenso del planeta y en su suelo nacieron cuatro grandes religiones: el hinduismo, el budismo, el jainismo y el sijismo. Es bueno recordar que no es lo mismo indio que hindú, términos que la gente comúnmente confunde. Indio es el nacido en la India, hindú es la persona que practica la religión del hinduismo. Así que alguien puede ser perfectamente indio cristiano, pero no hindú protestante. La India está dividida en 28 estados y seis territorios y la capital maneja una circunscripción administrativa aparte. El pavo real, la flor de loto y el tigre de Bengala son tres símbolos del país, cuyo sistema político es una democracia. Sé que ya lo dije, pero nadie me puede impedir repetirlo, estaba emocionado al disponerme a aterrizar en la "Incredible India".
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