Estábamos extasiados en el Dochu-la a 3.140 metros mirando las montañas nevadas que separan a Bután de China. El otro lado de la montaña nos ofrecía abajo una infinidad de campos de arroz sembrados en bancales y arriba manchas de bosques con todos los matices del verde, desde el verde casi amarillo hasta el verde casi negro. Me detuve para fotografiar a una campesina que tenía aretes y narigueras de oro. Me dio las gracias por la foto. Al fondo del valle, del otro lado, frente a nosotros se veía un goemba o monasterio y un caminito que hacia él conduce. Los caminitos de montaña que suben y suben me exaltan, me emocionan, me fascinan, por supuesto. Eso es lo que he hecho toda mi vida, caminar y caminar y sobre todo caminar subiendo montañas.
Estamos bajando al valle de Punaka, al Punaka-chu. Chu en el idioma de Bután significa río. En el valle se encuentra la tercera ciudad importante de Bután, Punaka. Las dos primeras son Paro y Timphu.
Creo llegado el momento de decirlo, ya que abajo, en el valle se ve el templo de la fertilidad. En muchas fachadas de las casas, especialmente en el campo, tienen pintados falos enormes; sí, falos humanos, algunos muy elementales, o sea sin adornos, tal como son y otros más adornados. Hacen parte del budismo tántrico, para el cual una de sus escuelas predica que el sexo es camino a la espiritualidad. En los templos de Kajuraho, en la India, hay miles de figuras haciendo sexo en todas las posiciones y no solo hombre-mujer, sino hombre con hombre y hombre con animales. En el tantrismo tanto búdico como hinduista, el sexo es mirado de otra manera a como lo hacemos en occidente, de tradición cristiana.
Drukpa Kunley fue un santón budista nacido en el Tíbet, de donde se trasladó a Bután. En este país es muy querido y considerado como uno de sus santos principales. Su método pedagógico consistía en asustar a los mojigatos haciendo escenas locas de sexo, por eso lo llamaban "el santo loco" o "el lama loco". Sus prácticas serían consideradas hoy como exhibicionismo. Sus escenas iban dirigidas especialmente a las mujeres y por eso también se lo llamó "El Santo de 5.000 mujeres". El falo pintado en las casas, tradición que se debe a Drukpa Kunley, las protege de los malos espíritus. Dicen que convertía a los demonios, seres del mal, en espíritus protectores, no más con tocarlos con su pene. Por todos estos poderes maravillosos el pene de Drukpa era llamado "Rayo de Resplandeciente Sabiduría" y las mujeres acudían a él para pedirle fertilidad. Por eso, desde aquí, bajando del Dochu-la hacia el valle de Punaka, veo el largo caminito en ascenso que conduce al templo de la fertilidad al otro lado del valle. También subiré a él, a pie, pero no propiamente para pedir la fertilidad.
En un restaurante al borde de la carretera entramos a almorzar. Desde las ventanas yo veía a las mujeres agachándose y cosechando el arroz, con el que formaban grandes pacas. Me pareció una escena idílica, pastoril, de una belleza, simple y pura e inmediatamente recordé el cuadro de las Espigadoras de Millet. Por supuesto que hice muchas
fotografías.
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