La plaza de la catedral de Lecce se completa con otros edificios notables del barroco. Al lado de la basílica se encuentra el Palacio de la Prefectura que fue antes convento de los monjes celestinos. La iglesia de la Asunción, que fue construida en 1141, eleva su campanario hasta 68 metros de altura. También en la plaza se encuentra el seminario construido en el siglo XVII. Completa la plaza el Palacio Episcopal construido en el siglo XV. ¿Más iglesias? Diseminadas por el casco antiguo y muy cerca unas de otras y separadas por mansiones y palacios, son estas: San Mateo, Santa Cármina, Santa Clara, San Antonio y Santa María de las Gracias, para citar solo unas. Las iglesias de los santos Nicolás y Clotaldo, construidas en 1180, es un notable ejemplo de arquitectura normanda. Cada una de las fachadas y del interior de estas iglesias merece una descripción con sus nichos, estatuas, volutas, columnas, frisos, pinturas, altares, y mosaicos.
Cerca de Lecce, y a la orilla del Adriático se encuentra Otranto. Quizás no existe ciudad en el mundo que haya sufrido tantas invasiones y destrucciones. Pero de todas se levantaba y hoy atrae a muchos turistas por sus obras de arte y sobre todo por sus playas. Por su cercanía a Grecia, Otranto estuvo muchos años bajo el dominio de los helenos. Luego vinieron los lombardos y después los bizantinos cuyo dominio se extendió hasta el siglo IX. Por supuesto por aquí pasaron los cruzados. Luego vendría el dominio de Bari para pasar después al de los papas de Roma. Varias veces estuvo bajo la dominación de los sarracenos y de nuevo fue campo de batalla entre normandos y griegos. En la edad media la ciudad fue centro de nuevas luchas. Vinieron de nuevo los normandos, luego los suavos y en 1480 fue tomada violentamente por los turcos capitaneados por el terrible Acmet Pascia.
Quise hacer todo este recuento de invasiones y batallas, un poco tedioso tal vez, para mostrar con un ejemplo lo que hemos dicho de todas las ciudades de este tacón de la bota italiana. La ubicación cerca de Grecia y de África y la avanzada hacia el Mediterráneo propicia para las comunicaciones con el Asia Menor, sometieron a esta región a este cúmulo de invasiones, sobre todo en la época de las Cruzadas y del Imperio Otomano. De todos estos, de unos más bárbaros que otros, Otranto aprendió e incorporó a su arte y cultura valores de los invasores.
La soberbia catedral de l’Annunziata (La Anunciación), es famosa en todo el mundo por su suelo de mosaicos. En realidad es un solo mosaico de 600 mil piezas. Fue el monje Pantaleón quien lo armó en el año 1163. Representa el árbol de la vida con un marcado sincretismo de figuras sagradas y profanas; aparece la cólera de Dios sobre Nínive y la división entre el bien y el mal. En este inmenso mosaico se nota la influencia bizantina.
Quizás sean las playas y los acantilados de Otranto y los pueblos vecinos los más bellos de la bota italiana. Un mar escandalosamente transparente y azul, playas de arenas limpias y entre ellos, -mar y arenas-, se levantan riscos calcáreos de sugestivas formas. Uno de ellos se denomina Las Dos Hermanas. Y antes de irnos de Otranto fuimos a visitar la Torre Pinta, curiosa y extraña estructura que ha dado pie a muchos debates. ¿Sería una necrópolis o un lugar de culto? Tiene la forma de una bala gigante.
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