Andrés Hurtado García
Definitivamente los cascos antiguos de las ciudades europeas, en este caso de las ciudades de la Puglia, son mucho más interesantes que las áreas modernas. Al menos para los viajeros serios, como era nuestro caso, inmodestias pendejas aparte. Y eso hicimos en Bari. Para todo el mundo el nombre de Bari suena indefectiblemente unido al de su santo patrono, San Nicolás, Santa Claus, el papá Noel de la Navidad. Fue un obispo del siglo IV y en oriente lo llaman San Nicolás de Myra, porque en esta ciudad falleció. Temerosos los cristianos de que los turcos profanaran sus reliquias las trajeron al occidente, a Bari precisamente. San Nicolás es tal vez el santo de la Iglesia Católica que tiene más iglesias consagradas a su nombre en todo el mundo. Hay también numerosos sitios e incluso instituciones que llevan su nombre. Nada raro, pues, que sea patrono de Grecia, Turquía y Rusia. Fue un dibujante alemán de nombre Thomas Nast quien pintó a San Nicolás como un viejito bonachón, gordo, de barba larga y vestido de rojo y así quedó para alegrar las navidades de los niños y de otros no tan niños.
Ya metidos en la parte antigua de la ciudad nos topamos con el "Palo de la Vergüenza". Se trata de una columna de piedra que tiene al lado un asiento también de piedra y la estatua marmórea de un león. Allí amarraban a los delincuentes. Poco amigo de hacerme fotos, poquísimo en verdad, me quise hacer una allí sentado. Debo decir que Gianna también se hizo la foto.
Esta época de junio, julio y agosto es la de los matrimonios en Italia. Presenciamos muchas parejas de recién casados que siguiendo la costumbre para esta ocasión, luego de la ceremonia, religiosa o civil, se pasean despacio por el pueblo, siendo admirados, felicitados y fotografiados por muchos. Lo que me impactaba (ya sé que es una tontería decirlo) era ver las largas colas de los inmaculados vestidos de la novia, arrastrándose, barriendo y trapiando (¿trapeando?) todas las calles de la ciudad.
Leyendo la historia de la ciudad podría concluir que ninguna otra ciudad del sur de Italia y de toda Italia recibió tantas invasiones y tuvo tantos momentos de gloria y de despojo. Más de una docena de invasores pasaron por aquí.
De nuevo nos topamos con las obras de Federico II, que construyó un monumental castillo, todavía más grande e imponente que el de Barletta. Como acabo de decir, la visión del castillo, impone. Tiene cuatro soberbias torres angulares y los Sforza lo enriquecieron.
Quizás no hubo en Italia una familia noble tan destacada y con tantas alianzas matrimoniales importantes con casas reales y familias nobles de toda Europa como los Sforza que dejaron en Milán un colosal castillo, hoy objeto de intenso turismo. Los descendientes de las varias ramas de la dinastía fundada por Muzio Attendolo Sforza, se cuentan por decenas y abarcaron todos los rangos de la nobleza: duques, condes y marqueses. De estos los hubo excelentes gobernantes como el fundador, del que decían sus súbditos milaneses que "era un honor ser gobernados por un déspota tan distinguido". Y también los hubo pésimos gobernantes, incluso algunos asesinados por sus súbditos. Pues bien, uno de estos Sforza, Bonne Sforza, enriqueció el castillo de Bari. En las épocas de esplendor Bari fue un puerto muy importante para el comercio con Grecia y con el oriente.
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