La votación en la primera vuelta presidencial rebasó nuestra capacidad de asombro. Las encuestas pronosticaban un empate técnico entre Santos y Zuluaga. Las elecciones le otorgaron a éste una mayoría muy cerca a los 500 mil votos. En consecuencia, se augura una fácil victoria en la segunda vuelta para el hijo de Pensilvania.
La alegoría bíblica sobre David y Goliat se repite ahora. Santos surgía victorioso, primero con una holgada mayoría, después con votos apenas suficientes para no ser destronado de la presidencia. Él era el único dispensador de las mieles del poder, con taller propio para los engrases, con súbditos en toda la nación que obedientes le servían de caja de resonancia. En cambio Zuluaga apareció, primero, como un contendor no peligroso y poco después como émulo de Santos, cabeza a cabeza. Finalmente se invirtieron los papeles y es ahora nuestro paisano el que ha tomado la delantera en esta carrera por el solio de Bolívar.
No sobra insistir en las cualidades de Zuluaga. Es un intelectual con una cultura superior al medio, un economista olfativo y tiene las condiciones para ser un mandatario ejemplar. Conoce el Estado desde abajo, experimentó su manejo en altas posiciones, como senador resplandeció y llegó al gobierno después de gerenciar, con éxito, empresas de renombre nacional. Ahora lo queremos autónomo como gobernante y no marioneta sometido a manipulaciones de terceros. Tampoco necesita de orientadores espirituales que ostentan un ratificado castigo judicial.
¿Quién es el dueño de los votos en Colombia? Si nos atenemos a la gran encuesta que se acaba de hacer, no lo es la veterana clase política depuesta por voluntad del elector. Se ha producido un profundo timonazo derivado de las urnas. Estamos frente a un pueblo pensante, deliberativo y por lo mismo libre de caudillajes, con antena certera para escoger sus gobernantes.
En Caldas, Ómar Yepes Alzate es el único político que acaparó una fuerte votación. Un enfoque realista ¿qué respuesta nos ofrece? Que la tradicional clase política ha sido destituida. Con Santos estaban quienes creían ser los exclusivos barones electorales. Lizcano, el senador Zuluaga, Penagos, Franco, Castaño, Sierra, Arturo Yepes, todos juntos colocaron 62.695 votos por Santos. Cada uno aportó 8.949. ¡Nada!
Aquí no quedó títere con cabeza.
¿Por qué Ómar Yepes en este departamento, con Marta Lucía Ramírez a escala nacional son los vencedores? Porque solos enfrentaron la deserción de quienes juzgaban como empeño inútil y quimérico, votar por un candidato conservador. Estaba consolidada la creencia que nuestro partido languidecía. Nadie más, sino ellos, -solo ellos- con testadura insistencia, dijeron, una y otra vez, que debíamos tener candidato propio. Como jefe del partido a escala nacional, Yepes invitó a las figuras presidenciales para que pusieran sus nombres a consideración del electorado azul. Una convención elegiría el vocero que nos representaría en la justa presidencial. Solo Marta Lucía Ramírez tomó nuestra bandera. Los 54.291 votos que Caldas aportó a esta candidata son cosecha de la solitaria tenacidad de Yepes.
Vendrá el mandato de Zuluaga con los inevitables relevos en las comandancias. Desde ya podemos afirmar que la próxima gobernadora será Adriana Gutiérrez. Así mismo sostener que el único jefe supérstite del conservatismo en Caldas se llama Ómar Yepes Alzate.
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