Estas elecciones se parecen a los noticieros del mediodía, tienen más información criminal que política. En esta campaña no tienen rating los foros de ideas y propuestas de los candidatos y la moderadora ideal para la altura que le están dando a la contienda las campañas de Zuluaga y Santos, sería Laura Bozzo.
Elección tras elección queda demostrado que el voto de opinión no cuenta en nuestra democracia. Aquí votan los que tienen un contrato, un puesto o un subsidio del Estado, los que reciben tejas, cemento, cerveza y lechona. También participan un porcentaje muy pequeño de ciudadanos que todavía creen que votar es un deber fundamental y una herramienta para transformar la democracia.
Para captar esa masa de desinteresados, los asesores de marketing político de Zuluaga y Santos han aconsejado montar un reality, y las campañas, dando clara muestra de que no les importa fortalecer esta democracia sino alcanzar el poder, aceptan la estrategia. Así inician la captura del voto en contra, donde no se apuesta por ideas, planes o programas sino que se involucra sentimentalmente a los ciudadanos para que voten por el menos sucio.
Por su parte, los otros candidatos carentes de recursos personales, políticos y financieros no han sabido o no han podido convertirse en los abanderados de una campaña de ideas, de planes, de programas, de sueños, de utopías.
Peñalosa se equivoca de enfoque político, manifiesta que las personas que desempeñan ciertos trabajos tienen determinado color de piel o considera que un niño que se ve obligado a trabajar los domingos en Tumaco es un ejemplo de emprendimiento. Dicen que se expresa mal pero ejecuta bien, sin embargo, al referirse de esa manera respecto de otras personas, demuestra una falta de habilidad para observar y analizar el contexto completo. Peñalosa se percibe como alguien que vive abstraído de la realidad del país.
Ahora bien, las mujeres de la campaña, un par de señoras inteligentes, no han sabido sacar provecho de su capacidad en estas elecciones. Clara López, quien se supone tiene experiencia en materia de derechos humanos, empieza sus discursos con: "las y los ciudadanos" y los termina con: "las mujeres somos las que ponemos el orden en la casa". Estoy convencida de que las expertas en género que la acompañan respiran profundo cuando oyen su lema de campaña. Su discurso es vacío lleno de lugares comunes y con pocas ideas. Del otro lado, Marta Lucía Ramírez no es clara, no concreta, no sabe transmitir su mensaje y, por lo tanto, no tiene la capacidad de captar la atención de aquellos ciudadanos desinteresados de la política.
Así las cosas, la mejor forma de protestar contra lo que han hecho las élites con la democracia y los ciudadanos con su apatía política, sería una elección masiva por el voto en blanco. Si esta opción fuera mayoritaria, sería la mejor forma de decirle a nuestros dirigentes que estamos cansados de esta burla, de esta mediocridad, de esta falta de respeto, que queremos candidatos nuevos, respetuosos, responsables, que no exacerben la división histórica de este país.
Sin embargo, el abstencionismo será alto, posiblemente más que en elecciones pasadas, porque esa es nuestra forma de protestar, con los brazos caídos, dándonos por vencidos. Los pocos votos de opinión que logren conseguir los candidatos serán en contra de tal o cual contendor. El voto en blanco no será esa elección de protesta contra esa política sucia y desteñida en la que se ha convertido esta democracia, pero aún así, será la decisión más digna.
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Escribo esta columna con especial cuidado, dedicación y cariño, aún así es común que cometa errores. En LA PATRIA, con la mejor intención, hacen correcciones pequeñas que mejoran el escrito y no cambian el sentido del texto. Sin embargo, en la columna publicada el 30 de abril se hizo una modificación a la conclusión que cambió la idea que quería expresar. A continuación transcribo el párrafo original, con todo y errores:
"Gabriel García Márquez es colombiano porque aquí nació, creció, se hizo escritor, pero sobre todo, porque nos descifró y describió como ningún otro, con nuestras grandezas y nuestras miserias. Con eso, contribuyó más al País que muchos políticos, aquellos [que] hoy lo honran en beneficio propio o que lo condenan a la hoguera eterna."
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