En este momento de calor electoral en el cual la paz o la guerra se usan como mercancía para ganar electores, los invito a que, sin pasiones políticas, lean los 10 principios rectores de la discusión del proceso de La Habana sobre las víctimas (es un texto corto).
https://docs.google.com/file/d/0B0onI-90YyU_ZEc2UjdiX0ZfdzA/edit?pli=1.
Este acuerdo, que busca poner a las víctimas en el centro de la negociación, está cargado de sentido humano, tan necesario en este momento, donde el discurso sobre el conflicto es tan superficial que pareciera que esta fuera una confrontación aséptica, y que apostar a las armas o a la reconciliación no tuviera implicaciones en términos de vidas humanas.
El documento reitera que los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición no son negociables. También resalta que el objetivo del proceso de La Habana consiste en buscar alternativas para satisfacer sus derechos de la mejor manera, una de ellas, terminando con el conflicto. En el apartado donde se consignan los principios también se expresa abiertamente que no se intercambiarán impunidades y que no se alcanzará una paz duradera y estable si las víctimas no son consideradas como el centro del proceso.
No creo que exagere al afirmar que ese documento es el escrito más importante que se ha producido en Colombia desde la Constitución de 1991. Sin embargo, el contexto en el que se inscribe es terriblemente adverso. Estamos completamente enajenados en una campaña política que solo conoce de mezquindades, incapaz de quitarle el sesgo de los contendores a cualquier debate nacional, a cualquier tema de Estado, por importante que sea. El acuerdo alcanzado en La Habana no es castro-chavista, ni de derecha, ni de izquierda moderada, ni de centro: es una declaración de principios sobre la dignidad humana, sobre lo que debemos hacer como sociedad para salir adelante cuando, sin importar los motivos, nos hemos hecho tanto daño.
Me niego a creer que el próximo presidente, sea quien sea, no acoja este acuerdo. No puedo imaginar que si no respeta lo pactado sobre las víctimas, no seamos los ciudadanos los que nos alcemos en un golpe de opinión para exigirle que lo haga. Porque no hacerlo sería como estar de acuerdo con no combatir la corrupción, no reducir la pobreza y no implementar políticas para mejorar la calidad de la salud y de la educación.
Sería increíble que como Nación no pudiéramos encontrarnos en los principios sobre las víctimas. Ese primer acuerdo es una declaración sobre la dignidad humana, y en eso, espero, no podemos estar tan divididos. En eso seguimos creyendo todos ¿cierto?
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