Tuvo a bien el Secretario de Cultura Lindon Chavarriaga permitirme presentar mi libro sobre el bahareque en Manizales a los participantes del XII Encuentro departamental de Vigías del Patrimonio realizado en La Dorada la semana pasada. De casi todos los municipios se hicieron presentes delegaciones atentas a las conferencias organizadas por el filósofo Director de Cultura en La Dorada Luis Carlos Ordóñez y el Director de Patrimonio Diego Mauricio Echeverri. Este interesante esquema de Vigías le permite al departamento sentir la vivificante participación de muchas personas que desde de la periferia vienen trabajando en el tema patrimonial o afines. Como observador desconfiado me correspondió constatar que sí hay un recurso humano atento al tema patrimonial y que el Estado tiene diseñada una figura que se ajusta muy bien a nuestras capacidades y necesidades regionales.
A los momentos coyunturales de la vida se les puede más fácil descifrar sus designios apoyándose en la dialéctica ya que lo que definitivamente me impactó en La Dorada fue el pasado de ese puerto y la ausencia total de la conciencia de su historia.
Un conocido conferencista hablaba de la cultura del río y que La Dorada era un lugar de paso y de gran confluencia de gente de las orillas del gran río y a mí se me hace que La Dorada pose, dentro de su casco urbano, el denominador común de todo eso. El río Magdalena ha sido el eje de un territorio que llamamos Colombia. Por La Dorada pasaron los pobladores originales hace más de 10.000 años; por La Dorada pasaron las canoas de los indios caribes armados de arco y flechas desplazando a las tribus chibchas; la conquista usó el río para penetrar en las tierras indígenas; para la Colonia el río Magdalena era el cordón umbilical por el cual se alimentaba la vida española en La Nueva Granada desde Madrid; la Independencia igualmente se movió estratégicamente durante la guerra a lo largo del río y sus más destacados puertos y en el siglo XIX no solo las guerras civiles luchaban por su posesión, sino fue la ruta de la penetración del desarrollo en nuestro país.
Del último y más importante momento del desarrollo del país en La Dorada quedan las bodegas del ferrocarril. Incólume el hierro traído de Skinngrove en el Norte de Inglaterra a finalizar el siglo XIX sostiene casi 10.000 metros cuadrados de bodegas que actualmente están en un estado de cuasi abandono debido a que no se ha encontrado un destino apropiado para ese gran espacio cubierto.
Todas las mercancías, todo el café que salía de Manizales y de Caldas hacia el oriente, o sea buscando el río Magdalena, pasó por esas bodegas. Sin el Cable Aéreo y sin el ferrocarril no ostentaríamos hoy en día la riqueza de la cual nos sentimos orgullosos, sin el transporte mecánico la caficultura hubiera sido imposible. El general Reyes cuando armó el Departamento de Caldas le incluyó un buen pedazo sobre el río Magdalena porque sabía que Manizales, su capital, iba a expandir su fuerza hacia ese crucial punto. Y si en los libros de historia nos hablan de la Revolución Industrial llevada a cabo en Inglaterra en el siglo XIX, pues aquí tenemos su exponente tropical.
Me pregunto porqué nadie ha pensado en usar esas bodegas y montar el Museo del Ferrocarril y llenar esos almacenes de locomotoras y vagones mostrando cómo se desarrolló el país por medio del vapor y del ACPM; documentar las huelgas que hicieron los coteros para lograr aumentos de salarios y cómo los ingleses, dueños del ferrocarril y del Cable, aportaron, a pesar de todo, a nuestra cultura. ¿Cómo se vería La Dorada, una de las ciudades colombianas mejor ubicadas, con un museo de talla internacional recuperando su pasado y compartiéndolo con un gran número de visitantes? ¿No sería posible que los ingleses de nuevo mirasen a La Dorada y se vinculasen a este proceso o por lo menos compartieran sus archivos para poder escribir la verdadera historia del Ferrocarril de La Dorada? En Caldas hay con quien hacer un espectacular museo. La Universidad de Caldas, interesada en hacer presencia en el oriente del departamento, posee un Centro de Museos montado por la experta Cristina Moreno; hay liceos y centros de historia para hacer las investigaciones históricas indispensables para elaborar un buen guión museográfico y, por último, en los talleres de Ferrocarriles Nacionales en El Corzo hay miles de toneladas de objetos para llenar esas bodegas de información que nos explique y nos preserve nuestro pasado. ¿No es hora de reunir la historia desdibujada de los ferrocarriles en Colombia en un solo sitio? No cabe duda que podremos planificar mejor nuestro futuro económico e industrial si cocemos los esfuerzos hechos en el pasado acerca de ese tema.
Con un museo de esa índole estaría, con un bello esfuerzo y una inversión menor, Caldas creando un centro de turismo que apelaría más allá del complejo Paisaje Cultural Cafetero que solo cubre una reducida parte del Departamento de Caldas.
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