Las plazas han sido, desde siempre, un equipamiento urbano de trascendencia. El apiñamiento de casas, característica inevitable de una población, hace indispensable la reserva de espacios abiertos, amplísimos para que la gente pueda vivir bien y ser productiva. En las plazas se celebran bailando una gran variedad de acontecimientos; en las plazas se acopian mercancías que sustentan una parte de la economía de la ciudad; en la plaza se ostentan armas y en ese espacio público la autoridad reúne a la comunidad para impartir lineamientos políticos, plaza es, en fin, el referente social más importante de una ciudad porque es el punto donde todos sus pobladores convergen.
Las plazas de Manizales han tenido una interesante historia que reflejan el desarrollo de la ciudad en varios aspectos. La Plaza de Bolívar, la más importante, ha sufrido más de diez cambios en su aspecto físico y, dependiendo del aumento del número de habitantes fue plaza de mercado hasta que su espacio no fue suficiente para albergar toda la comida que se consumía y se hizo necesario, en 1910, trasladarla a otro espacio, dos veces más grande, donde está hoy la Galería.
Las otras plazas históricas de Manizales que surgen en el pasado con los dicientes nombres de la Plazuela del Guayabo y la Plazuela del Mico, son la de Caldas y la de Colón (hoy Rafael Uribe o San José), respectivamente. Estas dos plazas sufren cambios, pero la presión ejercida sobre ellas es menor.
Relata Luis Londoño en su obra “Manizales” del año 1936, que fueron Samuel Velásquez, el poeta pintor; Alfonso Villegas Arango, padre de Silvio; Mariano Montoya A., y Carlos Clavijo agrimensor del Municipio, que en 1902 propusieron y convirtieron este espacio en jardín y por ende en parque. Para esta tarea se le pidió el apoyo al jefe del Batallón La Popa, el cuerpo militar encargado de custodiar a la ciudad en esa época, que facilitara soldados que supliesen la falta de mano de obra para nivelar el terreno y trazar, según instrucciones del ingeniero Julián Arango, los paseos y los jardines. Con jóvenes de la ciudad, dice Londoño entre ellas las hijas de Eduardo Antonio Hoyos, organizaron estos hombres, en especial don Samuel Velásquez, “veladas, bazares y todos los demás arbitrios que su clara inteligencia y su gran entusiasmo le sugerían y la sociedad en general correspondió solicita a las invitaciones que a estos festivales de cultura y arte se le hacían”. Se impuso Samuel Velásquez escoger y conseguir los árboles para darle más belleza al jardín y dentro de esos don Samuel plantó un yarumo. Los dineros recaudaos los invertiría don Alfonso Villegas, Samuel Velásquez se había ausentado de Manizales, en parte en la adquisición de la verja del parque en 1906 que quedó instalada para las celebraciones de centenario de la Independencia en el año 1910.
El mantenimiento y cuidado del parque se hacía con mano de obra proveniente del presidio con tan mala suerte que uno de estos presos, después de haber ingerido licor que alguien le había pasado, asesina de puñaladas al jardinero oficial que muere en brazos de don Samuel Velásquez en unos de los andenes del parque. El parque se convertirá en sitio de reunión los domingos ya que las retretas realizadas por la banda del Regimiento y después la de la Sociedad de Mejores Públicas, amenizaran el día con su música.
El 30 de abril de 1911 el Parque Sucre dejó su nombre y se convirtió en Parque Caldas, este día se inauguró la escultura del maestro escultor francés Verlet. Trae a colación don Luis Londoño una bella acotación acerca de la colonia siria que donó un bello quiosco que adornaba el antiguo parque.
Fue apenas en 1921, un Jueves Santo, que se inauguró templo de la Inmaculada Concepción cuya primera piedra se había colocado 18 años antes.
Para los Juegos Nacionales o Olimpiadas de Manizales del año 1936, evento nunca antes realizado en Manizales, se empezó en 1934 la remodelación del parque retirando la verja y cortando varios árboles haciendo más traslucido ese espacio público y en el año 1937 se colocó el busto del educador José María Guinge en el costado occidental del parque; este busto fue hecho por Constantino Carvajal. En 1979 se concluye otra gran trasformación del Parque Caldas: el Banco Central Hipotecario compró y demolió el costado norte del parque, construyendo, dentro de un fallido proyecto de remodelación urbana, solo un centro comercial y remodeló el parque, proyecto que ganó el premio Atila de la revista argentina de arquitectura DANA en 1981.
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