Llama la atención el impacto mediático que causó la muerte del Nobel colombiano. Un interés inusitado se ha apoderado del país; personas que hace años no leen un libro, que no entran a una librería y la última biblioteca que visitaron fue la de su colegio como castigo, repiten lo que han oído por ahí, aparentando saber de lo que hablan. Los medios creen que con cantidad de información suplen la calidad del homenaje.
El luto alrededor de la desaparición de Gabriel García da para otra novela del corte mágico y paciente como las que este genial escritor costeño producía. Creo que un país con tan bajos índices de consumo de libros, carente de librerías no está preparado para despedir dignamente a un escritor de ese formato. Me imagino que si Shakira, Dios no lo quiera, muere mañana, el espectáculo mediático, la actitud del país sería muy parecida y yo me preguntaría si es lo mismo ser una bailarina y voz rara, o un escritor que muere con una obra densa y completa que durará en el tiempo.
Trato de explicarme los estragos y afanes mediáticos en el sentido que cargamos un complejo de inferioridad ya que no todos los días tenemos un Nobel en nuestras letras nacionales y la muerte para un pueblo tropical como el nuestro es algo impresionante, más aun la muerte de un personaje con este tipo de logros. Esta carencia de antecedentes da para esas poses curiosas donde la literatura adquiere un rol protagónico y artificial por unos largos y fastidiosos días.
Otra explicación se podría encontrar en lo difícil que es para nuestro país entender a sus disidentes. Acordémonos que García Márquez se exilió voluntariamente, tal vez huyó para no ser asesinado. Abrumado por lo difícil que es propagar justicia social en Colombia este hombre le dio la espalda y se fue. La obra periodística más importante de Gabriel García Márquez no son sus crónicas aparecidas en El Espectador y demás paródicos capitalinos; no, fue su revista Alternativa por medio de la cual trató de brindarle al país otra fuente de información más allá de los canales oficiales y tradicionales. García Márquez trató de formar ciudadanos informados para sustentar un país democrático más sólido. Si García Márquez tuviera presencia y vigencia política en el país actualmente, los medios lo tildarían como un castro-chavista y el país, que sigue los dictámenes del procurador Ordóñez, estaría conspirando para bloquearle maliciosamente sus actividades. Entonces para omitir el tema y los planteamientos políticos de García Márquez el país lo aísla en la nube de la literatura y como la novela es ficción, su voz adquiere un tono y una trascendencia muy manejable. De esta manera se le arrebata al incómodo escritor-político el micrófono periodístico y su debate cambia de escenario, no será en el Congreso que se discutirán sus postulados, sino, a no muchas cuadras del Capitolio Nacional, se le discutirá en la Academia de la Lengua.
De nuevo Gabo, sin tener el propósito, perjudicará a los escritores colombianos: La primera vez fue durante los años 60 y 70 donde las editoriales preferían editar escritores que copiasen el espectacular estilo de don Gabriel, todo otro intento de escribir novela era muy difícil, y ahora, por segunda vez, el buenazo de Gabriel García Márquez centra toda la atención en sus funerales de papá grande, dejando exhaustos a los medios y el incauto país para conocer a los otros miles de literatos que luchan por agrandar las letras colombianas.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015