La educación en Colombia requiere más que plata. Sergio Urrego, estudiante suicida, nos lo recordó el año pasado desde Bogotá del modo más dramático. Quería salirse de un colegio en donde, a diferencia de la Universidad Nacional, no se caían los techos, sino que la rectora y la "psicoorientadora" le pusieron una y otra zancadilla por ser homosexual.
Un caso mortal como el suyo no lo hemos conocido recientemente en Caldas (al menos no públicamente), aunque aquí tenemos el equivalente del lado oscuro de esa historia: Magola Franco Pérez. Difícilmente un profesor de Manizales pasa por alto ese nombre. Era ampliamente conocida desde antes de abril de 2008, cuando un juez le ordenó, como rectora, reintegrar al colegio Leonardo Da Vinci a dos estudiantes a las que había echado por ser lesbianas. Cumplió a medias, pues el día del retorno permitió que una gavilla de niñas -cientos, relataron los medios- recibiera a la pareja a punta de rechiflas. Aquí no hubo muertos, menos mal.
En una columna que por esos días escribió acá el profesor Pablo Rolando Arango, refiriéndose al caso, recordó cómo ella hacía parte de esa que suele considerarse "gente de bien", y citó a Bertrand Rusell para concluir: "la gente bien es la gente de mente sucia". Pues la rectora siguió su camino y, al menos en público, caminaba con la frente en alto, respondiendo con su voz grave y golpeada a tantos saludos que recibía en la calle, especialmente de maestros.
Las noticias de lo que hacía en privado, inicialmente rumores que iban y venían, han llegado formalmente por boca de la justicia. El pasado 11 de febrero la Personería de Manizales dio a conocer que la Procuraduría, en segunda instancia, confirmó la destitución e inhabilidad para que Franco Pérez ocupe cargos públicos por 12 años y 4 meses. La razón: "irregularidades contractuales en la elaboración y cobro en la elaboración del manual de convivencia de la institución (colegio Leonardo Da Vinci), ya que cobraba una cifra superior a la establecida por la Secretaría de Educación del Municipio", rezaba el comunicado.
Nueve días después, el 20, la Fiscalía reveló que la misma señora "aceptó su responsabilidad en la celebración de contratos irregulares firmados en esa institución durante el año 2010", esta vez porque, entre otras, le pidió coimas a un contratista.
La rectora ahora está en su casa con prisión domiciliaria. Verán entonces que, más allá de considerarlo como caso aislado, el problema de la educación es más gordo que la falta de un presupuesto nutrido. Me consta, por ejemplo, la dificultad para que en una guía sobre noviazgo los profesores se refieran a la posibilidad de que, así sea en la adolescencia, también puede haber relaciones homosexuales.
Hay cuestiones más sucias -en sentido ruselliano- que siguen pendientes.
Aparte. En mi columna anterior señalé los que considero excesos y equivocaciones de la página en Facebook llamada Manizales Denuncia. Su administrador, apodado a sí mismo Lecrítico, puso el artículo en consideración de sus seguidores y estos se fueron en contra de LA PATRIA. Cometieron el error común de confundir lo que opina un columnista con la posición editorial del medio para el que escribe y, a su vez, con la información que brinda ese medio. Sobre lo que expuse, poco. Esta semana leí allí varios comentarios que justificaban el asesinato de un adolescente en la ciudad. Nadie entendió nada. No quisieron ni querrán.
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