La escena quedó grabada para siempre y vale la pena tenerla en cuenta sobre todo cuando ahora en Colombia se repite con diversos personajes y escenarios.
Se trataba de una reunión política y entre gobernantes; las diversas corrientes y pensamientos estaban allí con el uso de la palabra y la expresión de opiniones; el comandante Chávez de Venezuela estaba disgustado con la presencia de los representantes de los llamados países capitalistas y adalides del imperio; hacía el esfuerzo por dialogar pero sus reclamos eran continuos y en tono nada amigable o sereno.
Se paraba, se sentaba, gesticulaba, levantaba la voz, miraba a un lado y otro... debía estar fatigado. De repente el rey Juan Carlos de España con mirada serena y voz lenta y calmada se dirigió al gobernante y soltó una frase que dio la vuelta al mundo: "¿por qué no te callas?".
Es la misma frase que podemos decirle hoy a nuestros gobernantes que en la pasada campaña parecían pequeñines de barrio peleando por sus novias, sus balones o juegos; fue penoso para el país constatar la manera casi grotesca de enfrentarse; gritos insultantes y feroces, réplicas furiosas, manos en alto; parecían jugadores de naipe que sacaban cartas ocultas hoy y mañana para ganar, derrotar.
El país quedó cansado y avergonzado; como no es bueno ver a unos vecinos peleando y a insultos, tampoco es edificante ver a nuestros gobernantes y líderes políticos llenando el espacio público de burlas, acusaciones a veces sin pruebas claras, dimes y diretes sin llegar a la esencia de la contienda política de arreglo de la Nación, progreso de la civilidad, fuerza hacia la unidad; el país ha quedado en una odiosa división más que en una unidad hacia el avance.
Se dice que uno de los males de nuestra sociedad es la alta cuota de violencia intrafamiliar que deshace los hogares, que angustia a los infantes y aumenta la rebeldía de los jóvenes y el rechazo hacia quienes debieran ser sus amigos y guías.
Algo parecido ha sucedió en el ámbito político; los que hablan tanto de retiros espirituales o asesores del espíritu, es verdad que sí lo necesitan y mucho para serenar corazones, limar asperezas, saber dialogar, crear acercamientos amigables, humanos recios.
Alguien decía que quien ejerce la profecía es decir el don de la palabra debe tener antes el valor del silencio, la reflexión para poder decir la verdad con argumentos profundos, capacidad de amistad, acercamiento en la diversidad hacia la unidad.
Falta ética política y relacional: qué lejos estamos de lo que nos dijo Jesús de Nazareth: "mi paz les dejo, la paz les doy"; en esto nos están dando más ejemplo en La Habana, ¿no creen ustedes?
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