En días pasados entró el ladrón a la Curia arquidiocesana; no es la primera vez que sucede, pero en esta ocasión vale afirmar que robó buena cantidad; esto del dinero ha sido desde tiempos de Jesús y antes un manejo sujeto a realidades, acierto y fallas.
Ya en el grupo de los doce existía quien manejara la bolsa para gastos y viajes; en la historia de la Iglesia hemos tenido según las épocas buenos y malos gastos, inversiones para escuelas, hospitales, hospederías, restaurantes, sitios de trabajo, como también para gastos no necesarios o de lujo.
Vale advertir que la economía eclesial se rige e ilumina desde las palabras de Cristo, la Caridad y las pautas de una economía solidaria y subsidiaria.
Todos los dineros que se manejan en la comunidad eclesial son de carácter solidario, es decir nada es para una sola persona sino que siempre se mira el mejor y buen servicio a la comunidad; es inversión al servicio de todos.
Es también una economía subsidiaria, es decir que los que más tienen facilidad del manejo del dinero y bienes consecuentes están también al servicio de los que nada tienen o no alcanzan a tener lo suficiente para servir a los integrantes de la comunidad. Esto explica el por qué una comunidad o parroquia ayuda a otra que no tiene manera de responder a lo que debe hacer y tener para mejor atender a las personas.
La Curia Arzobispal, en cabeza del arzobispo y su delegado para asuntos económicos, es la encargada de velar por todo ello; gracias a esto se construyó por ejemplo una parroquia en Apartadó, se ayudó en un tiempo a los misioneros en Cuba, se asumió el colegio La Salle para su desarrollo en servicio a la niñez y juventud; así muchas otras obras.
Por ello es cierto que el ladrón y su séquito encontraron en la Curia un dinero que ya está en sus bolsillos; la verdad es que en ese robo no afectan a una persona sino a muchas y a comunidades que reciben ayudas para su buena marcha.
Por ejemplo, me duele que sesenta sacerdotes mayores de setenta años, que ya no pueden ejercer con toda capacidad en el Ministerio y que mensualmente reciben de ese fondo solidario y subsidiario una cantidad para sus gastos (quinientos mensuales) se hayan visto afectados este mes ya que parte del dinero robado era para ser entregado como respuesta a esta realidad.
Puedo confesar que el manejo del dinero y bienes es asunto delicado y difícil de manejar, pero cada día amo más esta Iglesia que uno sabe de su interés por usar lo mejor posible los bienes, auxiliar a los más necesitados.
Cuántas personas encuentran en sus parroquias auxilios así sean pequeños, pero que les ayudan a no morir de hambre, a tener una ayuda para hospital, medicamentos, educación. Sigamos viviendo la Caridad como amor afectivo.
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