Juan de Yepes y Álvarez nació en 1542 en Fontiveros, allá en la península española; estudió sus primeras letras en su tierra y luego pasó a estudiar con los Jesuitas; por las cosas de la vida conoce a Santa Teresa de Jesús y nace entre ellos una amistad que les ayudará para toda la vida, llegarán a ser como dos hermanos que se ayudan en el camino de la Fe.
Juan entra al Carmelo y empieza una labor de purificación y mejoramiento en los estudios, en la vida y en la oración; no gustó a algunos que le toman preso durante ocho meses, pero lejos de abandonar su plan de renovación allí en el silencio y la soledad profundiza su pensamiento.
En sus obras, Juan de la Cruz, nombre que toma en su nueva etapa de vida religiosa, sigue un itinerario de vida bien interesante e iluminador; escribe su cántico espiritual “que describe el gozo de tener un camino y una meta ofrecida por Jesús de Nazaret; acentúa lo anterior en su obra “llama de amor viva” que invita a hacer de la vida un fuego amoroso; pero el realismo le hace escribir otra profunda obra “noche oscura” que es un suspiro por la luz de la Verdad en el momento de la dificultad; cierra su ciclo de escritor con la “subida al monte Carmelo” donde recuerda que el itinerario es parte del ascenso vital.
Después de fallecido Juan es declarado doctor de la Iglesia por la solidez de su enseñanza; su memoria anual se celebra el catorce de diciembre y enmarcada en pleno Adviento su vida es de alta iluminación.
Adviento es seguir el itinerario de María de Nazaret y su esposo José en la apertura a la iniciativa de Dios de hacerse presente en el mundo por Jesús de Nazaret; San José por ejemplo es el hombre que gusta de la presencia de Dios, que tiene su “cántico espiritual” en su anhelo “ven Señor no tardes” y ayúdame en este llamado a vida nueva, lo que le hace encender su fe como “llama de amor viva”; en su pobreza, en su huida a Egipto; en los acontecimientos entra José en su “noche oscura” que se despeja en su “subida al monte de la Verdad que es Jesús.
En Adviento cada uno de nosotros está invitado a seguir el mismo itinerario de María y José: dejarse hablar por Dios, encender el corazón en emoción y amor, enfrentar la noche que cada uno posee a causa de sus límites, debilidades y fallas y emprender el camino, “la subida”, el ascenso a la cúspide de felicidad que brota en Navidad.
Juan, José y cada uno estamos invitados a seguir el itinerario de Adviento.
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