El 18 de octubre la Gobernación de Caldas condecoró a tres ilustres caldenses, manizaleños los tres, reconociendo la obra cultural que han adelantado enalteciendo la comarca y la expresión y nombre cultural de nuestra ciudad y Departamento a nivel nacional y aún internacional.
Dos escritores de alta expresión y dilatación: los doctores Carlos Enrique Ruiz y Octavio Escobar y un escritor que sabe unir al pentagrama musical la expresión colombiana: el doctor Fabio Alberto Ramírez; caminantes en las altas aulas universitarias y siendo ejemplo para quienes expresan cultura y colombianismo.
Alguno de los asistentes hizo notar cómo parecería ser coincidencia con el otorgamiento al premio de Literatura de este año al señor Dylan, quien en las sonoras gestas de las notas musicales supo anidar la letra de sus canciones uniendo arte y belleza, expresión de letras y de notas regalando emociones.
Junto a la revista Aleph y a las novelas entregadas por dos de los galardonados que difunden cultura de alta expresión, se resaltó cómo la obra de Fabio Alberto hacía eco a la obra de Dylan; el pasillo y el bambuco han tenido en él un emisor de alta potencia que con la poesía de sus letras o la picaresca de sus expresiones toma en la música colombiana expresión altísima para amar la Patria, el terruño y sus costumbres.
El Nobel de este año ha venido a resaltar la obra inmensa de quienes junto a la música expresiva unida a la letra descriptiva de emociones y paisajes mantienen el amor por lo nuestro, por la vida, el amor, el camino, el valle y la montaña, el río y la llanura.
Colombia se ve estimulada por el sentido de este Nobel; es necesario resaltar la riqueza de nuestra cultura expresada en el arte musical que hace poesía con la música que abre a la esperanza.
Quién no siente aumentar el amor por su Patria con el ritmo alegre y lleno de romance de un buen pasillo o un expresivo bambuco; quién no agita su orgullo nacional con la rítmica cumbia de la costa norte o el mapalé de las redes extendidas en el Pacífico; o con el son del arpa llanera o el requinto del sur; Colombia ofrece en la bandeja de plata de sus canciones un baño de hermosura, buen gusto, cultura, poesía y ritmo.
Merecería un Nobel el romántico bolero que invita a la danza serena, casi quieta queriendo contemplar el amor asomado en los ojos de la persona amada; también la balada que en voces de alta hermosura canta a la vida, al afecto, a la presencia y a la ausencia, al deseo y la tenencia.
Merecería otro Nobel la música sacra que aquieta los deseos y coloca la vida entre el amor infinito, que envuelve en lo divino este frágil humano de sangre y hueso pero con amor de hijo, hermano, padre y compañero.
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