Los diarios del mundo publicaron una noticia sobresaliente que tiene que ver con nuestra fecha; emito lo escrito en uno de ellos: "un volumen de voz inhabitual en una soprano, una musicalidad exquisita y un instinto artístico incalificable habían hecho de María Callas, fallecida hoy 16 de septiembre de 1977 en París, una de las grandes voces de la ópera".
Esta gran mujer de singular voz nació en Nueva York en 1923 de padres griegos; estudió música en el conservatorio de Atenas y debutó en 1938 interpretando "caballería rusticana"; desde ese momento pasó a ser una de las preferidas del canto de ópera en el mundo.
Contrajo matrimonio en 1949 en la cúspide de su fama con el industrial Carlo Maneghini. Sobresalía por su calidad casi única debido a la potencia y matices de su voz; obras de Rossini, Bellini y Donizetti y más de 40 óperas llenaban su repertorio; todos los que la escuchaban estaban de acuerdo en reconocer que era la voz de la ópera más perfecta en su momento; no faltan comentaristas musicales que afirman que aún no se borra su primacía y recuerdo de voz perfecta.
Dejó los escenarios en 1966 y vivió una larga relación con el millonario griego Aristóteles Onassi gozando de fama y dinero; ha quedado en la cúspide de la fama en el escenario de ópera del mundo.
El caso de la Callas nos debe llevar a pensar en el uso de nuestra propia voz; es un instrumento poderoso que cada ser humano posee como medio de expresión; su volumen así como sus matices, su tonalidad y variación llevan a una persona a poder expresarse con la mayor claridad posible; cada uno debe cuidar su voz para emitir los conceptos con la mayor perfección posible.
Es tan importante la voz que ya la Biblia narra desde la primera página cómo la creación brota de la voz de Dios; "y dijo Dios..." y la creación surgió como confetis multicolores desde un bello manantial.
La voz de Dios ilumina, alienta e impulsa la actividad de las creaturas; es tan decisivo escuchar esta voz que anota el salmo 94: "si hoy escuchas Su voz no endurezcas el corazón".
La voz es el instrumento maravilloso que aún sin decir palabras puede musicalizar cualquier estado de vida, toda emoción, gracia e idea; una voz puede encender corazones en el amor o incendiar en el odio; puede infundir ánimo o sembrar tristeza, puede dar humillación o bien euforia.
La voz debe emitir palabras bellas y edificantes si quiere servir a la marcha positiva de la historia; cuidemos nuestro vocabulario a veces tan grosero, insultante y ofensivo; que nuestra voz si bien no tiene la perfección de la Callas al menos aprenda a dar los sonidos de las palabras con mensajes luminosos, positivos, de apertura a la verdad, a la bondad y a la belleza.
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