El domingo pasado el Partido Social Obrero Español, PSOE, realizó una consulta entre cerca de 200 mil electores con derecho estatutario para definir entre tres aspirantes a su secretario general. Luego de la convención, el ganador de la encuesta en las urnas fue un hombre relativamente joven, con experiencia administrativa y en la Cámara de los Diputados.
Los tres candidatos pertenecían a la misma congregación política, el debate se caracterizó por un profundo respeto por el oponente y aunque había similitudes en sus ideas, era lo normal en este caso, si se plantearon distancias en algunos aspectos.
Los foros, entrevistas y participaciones públicas ante el electorado fueron una demostración civilizada de lo que puede ser una campaña en la búsqueda de posiciones avaladas por los electores. Muy diferente será, así lo ha sido, cuando se trate de las elecciones generales en España para encontrar al presidente de Gobierno en la Monarquía Parlamentaria.
Lo ocurrido recientemente en Colombia con los tres episodios electorales, Congreso y presidenciales, el ciudadano raso queda con una insatisfacción íntima, grande o pequeña, ante la poca o ninguna claridad de las estrategias a utilizar por quienes quieren ser votados para los diferentes escaños: Senado y Cámara por un lado y por el otro: presidente y vicepresidente.
La claridad solicitada no es otra cosa que se expliquen las estrategias para cada aserto o propuesta electoral, y no un listado de simples enunciados, en los que finalmente todos se parecerán. Igual sucedió con varios candidatos a la rectoría de la Universidad de Caldas, cuando en varios tópicos hablaban en los mismos términos o daban a entender que no había diferencias.
Así las cosas, ¿En dónde estaba la diferencia de todos los ejercicios electorales del presente año? Tenía que estar en las estrategias: Cómo, cuándo y con quién. Y así el elector puede definirse por la esencia que después podrá sustentar adicionalmente con otras virtudes del aspirante que ha elegido.
Hacer enumeraciones es muy fácil y en ellas se basan, la mayoría de las veces, en buscar solucionar problemas existentes de vieja o reciente fecha. Otro acontecer distinto es cuando hay que proponer novedades y en ellas si existen las individualidades medidas a través de cada frase mediante la contundencia de las ideas, palabras y los significados de éstas.
No siempre se expresan en el mismo lenguaje, candidatos y electores, quienes son los mismos ciudadanos.
La diferencia entre las determinaciones y entender o comprender, trae nefastos resultados, porque se cae en el Síndrome de la Torre de Babel por un lado y en el Síndrome del Aislamiento por el otro, aunque de alguna manera los dos comparten ciertas y pequeñas semejanzas. A más babelianos (sic) menos entendimiento y si hay mucho entendimiento se llegará a abolir el babelismo (sic), lo que sería una fortuna para las sociedades.
Las estrategias son parte fundamental de los gobiernos, aunque no de las políticas de Estado, lo cual -nuevamente- tiende a confundirse. Las determinaciones de Estado perduran y cada gobierno ajustará sus quehaceres para lograr que el Estado responda por los programas y las decisiones de largo alcance hasta lograr las metas propuestas, como serían el empleo con salario justo y prestaciones de ley, allí habría que rechazar de plano las tercerizaciones altamente dañinas para el trabajador y la institución a largo plazo.
Habría que lograr, sin palabrería, ni fotografías, ni reuniones sociales, y menos abrazos, una educación de la más alta calidad y cobertura, dos connotaciones que deben existir simultáneamente. Habría que responder, sin promesas ni fallos, por la salud de todos los asociados, aunque algunos palidezcan y tiemblen por incompetentes.
Hay que diseñar efectivas, permanentes y universales estrategias para acabar con la violencia intrafamiliar, escolar, laboral y de cualquier tipo que atente contra las libertades individuales y sociales, sin que se conviertan en títulos fantasmas.
Y las estrategias para la vivienda deben ser fundamentadas en realidades y no simples enviones pasajeros que a veces son falacias.
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