Tres preguntas para varias respuestas íntimas: ¿Cree que su médico es bueno? ¿Usted cumple con las órdenes? ¿Eran mejores los médicos antiguos? Los estudios formales, actualizados y universales sobre la calidad del ejercicio médico en el país, siguen ausentes. Se contentan con evaluaciones subjetivas, parciales e indirectas derivadas de casos específicos, sin la contundencia que demuestre si la práctica de la medicina en Colombia es buena.
¿Tienen los médicos las cualidades que le permiten ofrecer un servicio al menos seguro para el paciente? Tampoco hay datos consolidados sobre si lo que hace o deja de hacer está respaldado en la ciencia, la técnica y el arte que le deben ser propios.
Cuando ocupan cargos administrativos, de cualquier orden, en el sector de la salud, deben demostrar su aptitud para ejercer una función respaldada por un adecuado conocimiento y práctica de la profesión. ¿Sucede eso?
Los médicos, a pesar de lo que se diga en ciertos foros en donde emerge sin pudor el autoelogio, deben tener la capacidad de evaluar atinadamente su trabajo, su profesión, su entorno social, su Escuela de Medicina y por supuesto: El Sistema que lo vincula para ofrecer sus servicios a la comunidad, cualquiera que ella sea.
El solo hecho de ser médico, debería garantizar que tiene las actitudes y aptitudes suficientes para brindar lo mejor de sí a sus entornos comunitarios e instituciones y por encima de todo al paciente: Los más excelsos actos médicos. Lamentablemente, ello no siempre sucede.
Indudablemente, el acto médico requiere de su sapiencia, de su integridad, de sus sentidos y de unos pocos y sencillos instrumentos. La tecnología, es imparable, ella viene avanzando rápidamente desde hace al menos siete décadas. Ha empujado al médico, afortunadamente, a su utilización, pero debe ser oportuna y adecuada.
Se siente obligado a utilizarla, porque le otorga la oportunidad de hacer una evaluación más minuciosa de su paciente. Sin embargo, lo desborda rápidamente. Los textos actualizados lo enfrentan a sistemas de diagnóstico, terapia y rehabilitación que sólo pueden tener instituciones de elevada complejidad y alta condición económica. Por ello debe conocer los límites de lo que hace o puede hacer
En el último número de Revista de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de México, el editorialista Javier Santacruz Varela, indaga: ¿Qué tipo de médico requerimos formar? Esta misma pregunta deben hacerla continuamente todas las Escuelas de Medicina, incluyendo las colombianas, entre las cuales hay de toda connotación.
La pregunta es clave en cuanto a que define la intención de la formación del médico y no solamente la instrucción del mismo como lamentablemente está sucediendo en el país.
Un médico con cualidades de maestro puede formar otro médico. Así se hizo en la antigüedad y ello sigue siendo válido y aún más, es demostrable. Hay mecenas académicos que toman bajo su tutela a un estudiante regular, lo conduce con el ejemplo, lecturas de humanismo y diálogos, por caminos especiales y diferentes a los de la mayoría de los estudiantes.
Pero la individualidad no reduce la obligación de las escuelas de entregar a la sociedad un médico de inigualable calidad, respetando las condiciones intrínsecas de cada estudiante. Ser médico es ser médico y no otro profesional, que también merece respeto y consideración pero que debe atender a otros menesteres que igualmente deben estar inmersos en una vocación social como todo ser humano.
Hay que tener cuidado en diferenciar las responsabilidades del médico, de las instituciones y de los pacientes. A veces la línea de separación es muy sutil y los pacientes con sus familias las confunden.
El médico general debe ser formado e instruido en disciplinas administrativas aunque hoy pasan a un tercer o cuarto lugar ante la gran cantidad de médicos con postgrado en éstas áreas y el desarrollo de la medicina institucional.
El médico se forma para una vida de servicio. Los conocimientos y práctica para ser burócrata pueden cambiar de acuerdo al sistema imperante, ello puede remediarse con la educación continua.
Ahora: ¿Qué médico quiere que lo atienda?
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