Esta pregunta sobre los ciudadanos se les debe hacer a gobernantes, congresistas, diputados, concejales, magistrados, fiscales, jueces, notarios, registradores y a cualquier autoridad estatal. También puede ser fácilmente generalizada a gerentes o directores y a miembros de juntas directivas. De igual manera se puede interrogar a las autoridades académicas. La interpelación puede ser aplicada a personas con doctorados o maestrías. El cuestionario puede alcanzar hasta profesores.
Las respuestas son tan variadas como los intereses de cada persona, e inclusive lo más lógico es creer que cada personaje indagado puede tener varias contestaciones en un mismo contexto, o disímiles.
Evidentemente, lo primero que hay que separar de la respuesta es el vínculo electoral o de nominación o de elección entre el ciudadano y el interrogado, porque allí se pueden derivar consideraciones dominadas por un interés de dependencia frente a quien tiene el poder de ubicarlo en una determinada posición.
Eliminado el factor electoral quedan otras miles de apreciaciones sobre los ciudadanos. Todos los mencionados se deben a la sociedad en el amplio sentido del significado. Inclusive un industrial debe pensar en la comunidad a la que va a servir con sus productos, sin importar la territorialidad. Parece extraño pero esa es una realidad que se aplica en forma directa o indirecta.
El inquirido puede considerar que su primera función es la defensa de la institución o de la institucionalidad, pero con este pensamiento no hace sino ratificar que la sociedad sede de la entidad o del régimen es quien debe recibir los beneficios de su actuación. Si se pierde el objetivo central y último de todo ser humano, se caerá en un hoyo del cual será imposible salir, porque cada vez será más amplio y profundo.
¿Todos los indagados serán conscientes sobre su papel temporal? ¿A todos les importará de verdad; la vida, bienestar, desarrollo y fin de sus conciudadanos? Por lo observado a través de los años las respuestas son un rotundo ¡no!
El problema no es que uno o algunos consideren inadecuadamente a sus congéneres, por cuanto no hay nada ni lo habrá absolutamente universal, en cuanto al comportamiento. La cuestión es delicada cuando la mayoría, o un grupo, que pueden incidir en las decisiones, se olviden del significado vigente de sus ciudadanos como personas y retrocedan casi hasta la época de los trogloditas con la diferencia de que ahora tienen tecnología.
Pero es tremenda división entre seres humanos de primer, segundo o tercer o mayor orden. El tema no es nuevo, pero persiste en la realidad de la vida de las sociedades, solo borrada en la vida de algunas sociedades superadas.
En Colombia, ni la política ni las religiones ni la economía ni la educación ni las costumbres han podido transformar la situación social del país para arribar a un alto porcentaje de equidad y eso que existe una Constitución con sus leyes que consigan los derechos irrenunciables de los colombianos.
Muchos de los sondeados creen, por lo tanto lo han pensado, que sus conciudadanos son buenos portaestandartes, cualquier cosa, que sirven a sus personales intereses que se hacen extensivos únicamente, ni siquiera preferencialmente, a sus familias y amigos.
Pareciera que muchos de los examinados estuvieran rodeados por una masa informe compuesta de seres que no tienen los más mínimos criterios para ser autónomos de pensamiento, ya no de obra que está comprometida hasta por abalorios, a los cuales están acostumbrados desde hace casi 100 años.
De la supuesta astucia se ha pasado a la idiotez que ha facilitado ser considerados simples apoyos para la obtención casi de por vida de las prebendas que los sitúan a ellos y a sus cercanos, en la antesala del Olimpo.
No todos los preguntados son igualmente culpables de la agresión social pero por el silencio ante la evidencia de lo que sucede se es cómplice como sucede al observar la inclinación de la cerviz con una facilidad que da miedo.
La sinceridad aporta que también hay quienes consideran a sus conciudadanos como iguales ante la ley y las oportunidades sociales.
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