Obmar apareció de improviso. Venía de un rápido viaje por varios países de América, aterrizó en Bogotá, le pareció maravilloso el aeropuerto, se quejó por las pocas bandas. Llegó a Barranquilla y se asombró la enorme distancia en la intención de voto para gobernador. Estuvo en Manizales dos días, que fueron suficientes para opinar sobre el proceso electoral del próximo domingo.
Obmar, está seguro que cada elector es una unidad integral en donde los intereses políticos, religiosos, económicos, laborales y sociales, inclinan la balanza en uno u otro sentido. Los factores en conjunción tienen diferente injerencia. Ello es de la absoluta competencia de cada quien, pero no puede olvidar ni ignorar que su voto determinará la vida de un conglomerado de personas. 
Obmar, dijo que cada quien debe votar por el mejor, según su leal saber y entender, independientemente de las encuestas y que los ciudadanos no deben ir a las urnas pensando en contra de alguien, porque su elección estará sesgada por un sentimiento que le impide definir lo más apropiado para su departamento y sus ciudades. Por supuesto, lo esencial es el beneficio de las sociedades de cada terruño y cuando a ellas les va bien a sus asociados les va igual, dentro de lo que se conoce como democracia. 
Obmar, consultó los resultados de elecciones anteriores y le llamó poderosamente la atención cifras como la abstención electoral. Planteó varias hipótesis e inclusive se aventuró a expresar que el domingo podría ser una de las causas por las cuales la población no acudía a las urnas y estuvo de acuerdo en que este día era muy importante cuando los electores provenían en gran proporción del área rural y se coincidía con el tradicional mercado. Estas dos premisas ya no existen.
Pero fue más analítico en las causas de la abstención, comenzando por los candidatos y sus campañas. Le aterró los diferentes pasquines contra varios candidatos, parece que es una estrategia nacional. Algunos de ellos expresaban verdades a medias, otros entraban en la vida íntima de los aspirantes y otros más, hacían extrapolaciones en donde el análisis estaba ausente. El impacto de lo inmediato hace estragos en dos sentidos: uno el rechazo de ese mecanismo y el votante continúa con su selección pensada y otro, que entra en un estado de duda ante la debilidad de su escogencia o lo abrumador del mensaje deletéreo. 
Le pareció que los candidatos a la gobernación y las alcaldías, estaban definidos y eran fácilmente identificables, sin importar sus programas y sus promesas. Oyó a varios de ellos y le preocupó tanto ofrecimiento, no por el número sino porque muchos de los compromisos no dependen exclusivamente de su decisión pero podría abonárseles la intención y el deseo de trabajar para lograrlo, aunando decisiones y esfuerzos. Igual, sucedía con los candidatos a las Asambleas o los Concejos.
Lo fundamental, es que cumplan las promesas o al menos intenten hacerlo. Es deber del elegido y del elector, rendir y pedir permanentemente cuentas sobre estos aspectos es un deber moral.
Le llamó la atención tanto candidato para la Asamblea y los Concejos con poca trayectoria tanto en el departamento como en las ciudades. Preguntó por varios aspectos: ¿Es muy rentable ser diputado o concejal? ¿Cuáles méritos los han llevado a presentar sus candidaturas? ¿Cuál es la experiencia en los aspectos públicos? ¿Qué preparación tiene para el ejercicio de la representación ciudadana? ¿Son independientes de criterio, con lealtad a los principios o son simples mensajeros? Más preguntas que respuestas sinceras.
A ello se agregó: ¿Cuánto le cuesta una candidatura a un aspirante? Por lo que averiguó, indagó: ¿De dónde sacan el dinero? Otra, sin definición verdadera.
Llegó a los resultados de votos en blanco y nulos. En donde no pueden confundirse los alcances de cada resultado. De lo constitucional se va a la falta de cultura política.
Pero lo que más lo aterró fue la compra y venta de votos, de una manera abierta o sutil. ¿Después cómo hacen para exigir resultados?